Si no hubiera habido elecciones el 14 de marzo, los hechos que he descrito en la entrada anterior no se habrían puesto en duda. Los posibles fallos policiales y de inteligencia previos a los atentados (especialmente, los relacionados con la llamada "trama asturiana" y el control de la dinamita) habrían sido más o menos ocultados a la opinión pública y salvo en las casas de las víctimas, la vida seguiría más o menos igual. Pero hubo elecciones y el PP y muchos de sus votantes sintieron que se las habían "robado" y que Zapatero era un presidente "ilegítimo". Así que es lógico que, durante un tiempo, en el partido perdedor, negaran la realidad. Necesariamente tenía que ser ETA, porque nosotros nunca mentimos y los que fallaron fueron los votantes, que se dejaron engañar. Ya se sabe que los españoles son flojos e influenciables. En la comisión de investigación parlamentaria del 2004, muchas de las preguntas del PP intentaron, sin éxito, vincular a ETA con los atentados. Sánchez Manzano, jefe de los TEDAX y autor del libro que da nombre a esta serie de entradas, cuenta en varias ocasiones la profunda desazón que le causaron los que, en teoría, deberían haberle apoyado.
El tiempo pasó y como sucede en cualquier negocio, en el PP cambiaron los jefes de marketing y de producción, y asumieron que tendrían que esperar dos legislaturas y una crisis financiera mundial para que les tocara a ellos coger plaza y despacho grande en la villa y corte, tal y como dice la Constitución. Y la mayor parte de los cargos del PP dejaron de hacer el ridículo, al menos en público. Aznar y su entorno, por pura soberbia, no pueden evitarlo. Pero esa es otra saga.
Sin embargo, varios medios afines siguieron en el "sostenella y no enmendalla" y crearon en los meses y los años posteriores las llamadas "teorías de la conspiración". Este conjunto de teorías, a menudo contradictorias entre ellas, vienen a coincidir en que alguno, o muchos o todos los hechos que se consideraron probados en el juicio, en realidad, no ocurrieron. Y que, o bien ETA, o bien Marruecos, o bien Francia o bien los servicios secretos españoles, o bien una extraña combinación de todos ellos, fueron los verdaderos autores del ataque, con el objetivo de hacer a Zapatero presidente. Y que la investigación posterior a los atentados, en especial, el hallazgo de la furgoneta, la bomba sin explotar y el asalto al piso de Leganés fueron cortinas de humo, usando pruebas falsas, que fueron dejadas allí con el objetivo de ocultar la realidad. Los llamados "moritos" de Lavapiés y los camellos asturianos, fueron cabezas de turco, porque todos estaban controlados por diferentes tramas corruptas de malvados policías y guardias civiles. Ya no le dedicaremos más bytes a esto.
Si la bolsa-bomba o la furgoneta que condujeron a los islamistas eran pruebas falsas eso significaba que, necesariamente, el comisario de Vallecas o el jefe de los TEDAX, habían actuado en connivencia con los causantes de la masacre. Y yo veo la foto de Sánchez Manzano y no me parece precisamente un Fumanchú. Y así con cada hecho o cada dato puesto en duda. Cientos de funcionarios, bajo gobierno del PP, deberían haber estado en el ajo para poder engañar al juez Del Olmo que instruyó el caso y al juez Gómez Bermúdez, que fue el ponente de la sentencia. O bien, incluso esos togados también estaban en el ajoaceite. Es decir, todas las instituciones, incluso el tribunal supremo, son discutibles ¿Por qué tanta gente, más bien afín al PP, por clase social y por oficio, tuvo que mentir para encubrir lo que pasó? ¿Cómo han podido mantener un secreto tan colosal durante 20 años? Cuando llega el tema de la causalidad, las teorías de la conspiración colapsan.
Por tanto, la pregunta pasa a ser ¿qué beneficio obtuvieron los que las crearon las teorías y las mantuvieron vivas? Fue una especie de huida hacia adelante sin empatía ni compasión. El daño que hicieron, principalmente, a las víctimas, que siguen divididas; pero, también al sistema institucional, fue enorme. Antes de que el trumpismo empezara a usar los bulos y las falsedades de forma industrial, ya se hizo en este pueblo, sin miramientos por nadie.
Me centraré en los dos conspiranoicos más destacados: Pedro J. Ramírez y Jiménez Losantos. Ramírez puso el periódico que fundó y que dirigía en 2004 al servicio de esas teorías. Me refiero a "El Inmundo", tal como lo llama mi primo. En ese momento, él ya era uno de los "periodistas" más poderosos del pueblo. ¿Qué necesidad tenía de acudir disfrazado de Émile Zola a cualquier orgía, hiriendo a la víctimas? Por muchas vueltas que le doy, solo encuentro una razón, la de desplazar al "ABC" como periódico de referencia de las llamadas "gentes de bien". Por dinero. Muchos en esa redacción callaban cuando veían las decisiones que iba tomando el director, por miedo a las purgas. En el corto plazo, quizá vendieron más ejemplares. En el largo plazo, los italianos acabaron despidiéndole. Si mintió en esto, quizá había mentido en cualquier cosa anterior o mentirá en cualquier cosa futura. Ramírez querría ser recordado como el Benjamin Bradlee de Logroño; pero más bien se le recordará como un William Randolf Hearst de poco pelo.
Las razones de Jiménez Losantos para mantener la huida hacia adelante, incluso hoy, son distintas y más oscuras. Como víctima del terrorismo debería sentir empatía por las otras víctimas. Pero más bien es lo contrario. No siente el dolor ajeno. Cualquier medio es bueno para su fin: defender a una España inmemorial y muy liberal en lo económico contra todos, incluyendo a los propios españoles. Y si es necesaria una buena guerra civil, mejor, que todos paguen sus pecados. El 11M fue un buen prefacio de esa hecatombe purificadora tan deseada por el talibán de la Sierra de Albarracín.
Comentarios
Ahí tienes a Putin haciéndose un Aznar.
Habrá un Acebeski, un Zaplanov, un Astarloyev? Y un Peter J Ramirov, un Фредерик Jymeny Losantny?