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The royal game.

La famosa "Novela de ajedrez" de Stefan Zweig suele ser la primera obra literaria que cualquier lector occidental citará en relación al juego-ciencia. La imagen social del ajedrez, o mejor dicho, de los ajedrecistas, ha sido muy influida por esta novela breve. Muchos críticos la consideran la mejor obra del austríaco. Yo prefiero "Momentos estelares de la humanidad". 

Zweig publicó "Novela de ajedrez" en 1941, durante su exilio brasileño. Se suicidaría poco después, desesperado ante los continuos triunfos nazis. Hace muchas vidas, vimos la peli "Farewell to Europe" sobre los últimos años del gran escritor. 

Un trasunto del mismo Zweig, el misterioso doctor B. viaja en un transatlántico Nueva York-Buenos Aires. A los ajedrecistas, este planteamiento les traerá a la memoria las célebres olimpiadas de 1939, después de las cuales, varios jugadores europeos decidieron quedarse en Argentina. El doctor B. fue detenido por los nazis después del Anschluss, sometido a aislamiento y a terribles torturas. Solamente un alucinado y alucinante ejercicio mental le permitió seguir vivo. Memorizando las partidas de un librito de ajedrez primero y analizando nuevas posiciones y partidas en su mente, el doctor B. pudo sobrevivir al infierno. Ese viaje interior hacia el mundo infinito de las 64 casillas lo salvó; pero aún así, la experiencia lo ha dejado irreversiblemente tocado. Coincide en el barco con el improbable Czentovicz, campeón del mundo, un analfabeto tramposo y violento originario de los Balcanes, dotado por los dioses de un talento genial para el juego. Czentovicz es la representación de esa Europa irracional, nacionalista, rencorosa, de la que Zweig había tenido que huir. Ya cite "Die Schachnovelle" aquí. 

Para mi sección del programa de "Negras o blancas", vi "The royal game" en RTVE play. Es una peli alemana basada en la novela. Aunque la película sigue en lo fundamental la novela original, hace más hincapié en aspectos de la trama que la novela da por sobreentendidos. Por ejemplo, la Viena previa a la anexión está muy bien caracterizada. El doctor Bertok (la peli le pone apellido) vive bien: es el asesor financiero y guardián de los fondos de gran parte de la nobleza austríaca. Aunque le advierten que van a llegar los nazis, como tantos otros europeos de la época no quiere, no puede creerlo. Son demasiado estúpidos, demasiado primarios. Eso no puede ocurrir en una sociedad civilizada. Pero sucedió. Y puede volver a suceder. 

Cuando le echan el guante, son suaves y educados al principio. Pero luego aprietan. Lo aíslan. Lo muelen a palos. Pero no consiguen nada. "Lo hemos tenido encerrado y sin embargo, se nos ha escapado. Ha aprendido a jugar al ajedrez". Dice el hijoputa del encargado. Cuando lo sueltan, Bertok es un hombre desecho, que confunde la realidad con las alucinaciones, el tablero con la vida. Solo la leve esperanza de rehacerla en la bendita América le mantiene en pie. Y el ajedrez en su mente, como un tumor, es lo único que le mantiene unido a la existencia.

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