He pasado el largo fin de semana de la inmaculada Constitución en el pueblo. Y contemplando la lluvia molesta y cruel y las sierras pardas, me vino a la mente este relato breve, que hace algunos años leí con placer y asombro. Supongo que entonces pensé que era un tipo de literatura naturalista y evocadora de la que Aragón, a diferencia de otros pueblos, había carecido durante demasiado tiempo.
Ya comenté en este blog otra obra de Lorenzo Mediano de tema aragonés: "Donde duermen las aguas". Ambas novelas son rudimentarias, lineales, mal acabadas y honestas, como los dibujos de un niño. Ambas están ambientadas en la imaginaria aldea pirenaica de Biescas de Obago. Pero "La escarcha sobre los hombros" transcurre en un tiempo más antiguo, no muy bien definido, quizá en las primeras décadas del siglo XX, cuando todavía no habían llegado al Pirineo aragonés las grandes obras hidráulicas, la despoblación, los senderistas guipuzcoanos o los esquiadores madrileños. Un maestro honrado y hambriento nos cuenta la vida del principal protagonista: Ramón, de casa Badiello, un humilde pastor que se enfrenta a los ricos del pueblo ("los herederos") y triunfa gracias a su fuerza, a su inteligencia y a su tesón. Ya se ve que el argumento no da para mucho; pero quizá sin pretenderlo, entronca con el personaje literiario aragonés por excelencia, el Pedro Saputo de Foz, capaz de sobreponerse a todo y a todos. Afortunadamente, el autor no intenta recrear una Arcadia premoderna e ideal; pero es capaz de captar la dureza de la vida en las montañas aragonesas. Nos presenta a unos montañeses fuertes, celosos y egoístas, que tienen que luchar por la supervivencia a cada momento. Ese mundo de cumbres nevadas y vírgenes, de antiguas creencias paganas y de hombres silenciosos y tenaces como las piedras, nos puede resultar evocador a los aragoneses de hoy; afortunadamente, ya solo existe en las novelas.
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