Los hermanos Coen nunca defraudan. Se ve que como son dos, se van compensando y siempre encuentran el tono justo a las historias. Así que incluso esta obra menor se ve con agrado. Han echado mano del monedero y han montado una comedia a base de estrellas rutilantes (ni más ni menos que Malkovich, Pritt y Clooney) y los han puesto a hacer de estúpidos. Es una comedia convencional de casualidades y líos, sin demasiadas pretensiones, que deja un buen sabor de boca y que inevitablemente recuerda a la formidable "Gran Lebowsky". No produce risas; pero sí sonrisas, que no es poco. La escusa es un chantaje chapucero, unos servicios de inteligencia en los que solamente trabajan idiotas y un gimnasio lleno de americanos obesos. Como es habitual en la mayor parte de las películas, tenemos una situación geográfica bien determinada (Virginia) y tenemos una mujer persistente y aparentemente frágil (McDormand); pero que al final es la única triunfadora de todo el lío. Para darle el contrapunto aparece como secundario Jenkins, al que también vimos el otro día. Hay que reconocerle que pone la cara más triste del negocio.
Los hermanos Coen nunca defraudan. Se ve que como son dos, se van compensando y siempre encuentran el tono justo a las historias. Así que incluso esta obra menor se ve con agrado. Han echado mano del monedero y han montado una comedia a base de estrellas rutilantes (ni más ni menos que Malkovich, Pritt y Clooney) y los han puesto a hacer de estúpidos. Es una comedia convencional de casualidades y líos, sin demasiadas pretensiones, que deja un buen sabor de boca y que inevitablemente recuerda a la formidable "Gran Lebowsky". No produce risas; pero sí sonrisas, que no es poco. La escusa es un chantaje chapucero, unos servicios de inteligencia en los que solamente trabajan idiotas y un gimnasio lleno de americanos obesos. Como es habitual en la mayor parte de las películas, tenemos una situación geográfica bien determinada (Virginia) y tenemos una mujer persistente y aparentemente frágil (McDormand); pero que al final es la única triunfadora de todo el lío. Para darle el contrapunto aparece como secundario Jenkins, al que también vimos el otro día. Hay que reconocerle que pone la cara más triste del negocio.
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