Antonio Salas es el pseudónimo de un periodista que se ha dedicado a infiltrarse en sitios poco recomendables, para escribir varios libros sencillos de leer y muy interesantes. Hace unos años, leí "Diario de un skin", en el que mostraba con toda claridad la fuerte interacción entre las directivas de los clubes de fútbol (especialmente el Real Madrid) y los grupos violentos de las gradas.
Así que el otro día me compré de saldo "Memorias de un ultra", que es una biografía autorizada de un militante de extrema derecha, actualmente en prisión y arrepentido de pegarle a la gente. Lo que me atrajo es que se trataba de un ultra de Valencia y pronto reconocí muchos de los lugares o de las personas de las que hablaba (aunque les hubiera cambiado el nombre para evitarse demandas).
El protagonista del libro hace un recorrido que puede considerarse paradigmático. Como tantos otros niños de las clases altas valencianas que vivían en el Eixample, castellanohablantes y elitistas, participó activamente en la llamada "Batalla de Valencia". Ese terrorismo de "baja intensidad", unido a la miopía política del PSPV-PSOE y a otras circunstancias, permitió a la derecha lograr una serie de victorias simbólicas, que están en el origen de su actual hegemonía en Valencia.
Como otros muchos militantes de la extrema derecha española, el protagonista del libro fue evolucionando de un franquismo nostálgico a un fascismo neonazi homologable a los europeos. Y fue viajando de secta en secta, en ese oscuro mundo paralelo al mundo real. Al final acabó trabajando, como muchos de sus compañeros de locura en una famosa empresa de seguridad en Valencia. Patria y business, supongo.
Otra parte de la historia que me llamó bastante la atención es cuando el protagonista describe con pelos y señales la buena relación que mantiene con los presos etarras con los que comparte prisión. E inevitablemente, se le nota la admiración que les profesa. Supongo que en el fondo de su ideología subyace la necesidad de imitar al más fuerte, al más poderoso, al más violento. Que Dios les perdone.
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