Me compré este libro por dos razones:
1) me llamó la atención el título (buena idea publicitaria)
2) tanto el nombre como la cara del autor me pareció curiosa (lleva una extraña barba tipo Abraham Lincoln).
Ya sé que todo esto no suena muy selectivo, ¿pero que le vamos a hacer? Lo cierto es que el libro es fácil de leer, incluso para un profano como yo y que tiene algunas ideas interesantes.
El autor defiende la tesis de que la crisis actual es, en realidad, un anuncio de una crisis mayor, que estallará el año que viene, cuando el PIB mundial sea negativo. Además, dice que la crisis no será una crisis de tipo cíclico, sino que será de tipo sistémico, del mismo modo que lo fue la crisis de 1929. Pero a diferencia de aquella, la crisis de 2010 será la última gran crisis del sistema tal cual lo conocemos. Desde 1950, la economía ha crecido casi ininterrumpidamente y el sistema ha ido adaptándose a las circunstancias para que las ventas nunca bajaran. En la última década, la expansión universal del crédito ha garantizado que la máquina no se parara. El autor afirma que del mismo modo que el final del siglo XVIII vio la transformación del mercantilismo en el actual sistema capitalista, la década 2010-2020 contemplará el final del sistema capitalista y su transformación radical en otro modelo, que todavía no está definido. Por supuesto, esta transformación se producirá en medio de graves trastornos sociales y medioambientales, los sistemas de protección social de los países del Norte dejarán de cumplir sus funciones y la conflictividad será muy grande en los países del Sur. O sea, que el libro no es muy optimista.Me han parecido interesantes y aclaradoras las explicaciones acerca de la evolución del sistema capitalista a lo largo de su longeva existencia. Sin embargo, me han parecido muy flojas las justificaciones de su predicción apocalíptica. No he encontrado la causalidad por ningún lado (dejando a parte el lugar común del fin del petróleo).
Es decir, lo típico de los catedráticos de economía: son cojonudos explicando lo que ha ocurrido; pero sus predicciones nunca son muy científicas, por mucho que las vistan de ciencia. Yo, por mi parte, le digo a mi padre que no venda el huerto.
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