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Días de pesca en Patagonia. 2012 (Carlos Sorin).



Todos experimentamos, de vez en cuando, la necesidad de transformarnos, de cambiar. De pronto, miramos atrás y con razón o sin ella, no nos gusta lo que vemos y queremos ser otros, de una vez y para siempre. Queremos, de golpe, parecernos a algún inviable modelo vital.

Algunos quieren cambiar continuamente, reinventándose, reimaginándose. Otros pretendemos una improbable transformación cada cierto tiempo. En realidad, nunca lo conseguimos, porque la vida es única e indivisible, como una novela o una película. Solamente los más sabios la viven como una obra creativa que solo se comprende, vista, devorada, en su totalidad, como un cuadro impresionista o un chuletón. Esos sabios miran hacia atrás y ven sus tropiezos con cierta sonrisa comprensiva.

El protagonista, el excelente actor Alejandro Awada, sabe sacar esa sonrisa en su intento de transformación. Y la complicidad que consigue con el espectador sostiene un argumento que tiende a quedarse vacío, hueco. Otro valor de la peli es que es breve. Afortunadamente.

Vemos a un ex-alcóholico, escapando de si mismo y de su pasado imperfecto, huyendo hacia el lejano sur. El viaje siempre tiene que ver con la transformación. Viaja a la Patagonia, ese mundo infinito que queda lejos de cualquier parte. La idea del rincón escondido, del mundo nuevo, también es común a muchas obras sobre el cambio. En teoría, va a pescar tiburones. Otros, se pondrían a levantar pesas, evangelizar chinitos o correr triatlones.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
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