Cuando era niño, jugaba con el dial de la radio. En la onda corta, podías captar las emisoras internacionales, misteriosas, ininteligibles. A veces, identificaba entre el ruido las emisoras rumanas y me parecía entender algo de raíz latina. Eso satisfacía mi vanidad de lingüista en potencia. Rumanía era algo lejano, el mundo al otro lado del muro, desconocido e incluso, difusamente prometedor. El otro extremo de la latinidad. Luego, nos enteramos de la miseria y del abandono y llegaron los rumanos y su lengua, a trabajar, a ayudar, a vivir y a malvivir. Albañiles, matemáticos, camareros, médicas, mecánicos, putas. Y ahora somos todos europeos felices, homologados, demócratas, es decir, alemanes de las afueras.
Así que ahora ya no suena raro ver una peli rumana en esta nueva época compartida y global. Esta peli del 2013 parecía casi francesa. Aunque la crítica la ponía bien, a mí no me gustó demasiado. Una madre de la nueva clase alta rumana, manipuladora, obsesiva, feroz, tiene que proteger a su hijo, con el que se lleva peor que mal. Me dió la sensación de que Netzer había retorcido demasiado una historia interesante y prometedora. Supongo que los primeros planos y las secuencias en tiempo real eran demasiado rompedoras para mi limitado gusto cinematográfico. Con todo, tardaré en olvidar esta peli.
Así que ahora ya no suena raro ver una peli rumana en esta nueva época compartida y global. Esta peli del 2013 parecía casi francesa. Aunque la crítica la ponía bien, a mí no me gustó demasiado. Una madre de la nueva clase alta rumana, manipuladora, obsesiva, feroz, tiene que proteger a su hijo, con el que se lleva peor que mal. Me dió la sensación de que Netzer había retorcido demasiado una historia interesante y prometedora. Supongo que los primeros planos y las secuencias en tiempo real eran demasiado rompedoras para mi limitado gusto cinematográfico. Con todo, tardaré en olvidar esta peli.
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