Seguimos con la historia, esa
ropa de la que uno nunca puede desprenderse.
He pasado buenos ratos en los
últimos meses con la que pasa por ser una de las mejores obras de Stefan Zweig
(1881- 1942). Ya reseñamos hace una vida su famosa “Novela de ajedrez”
Lo de ahora es un librito de
pasajes históricos ordenados cronológicamente (de Cicerón a los esfuerzos del
presidente Wilson tras la Gran Guerra). Descubro que precisamente la biografía
novelada fue el género donde el judío vienés Zweig brilló más. Cosmopolita,
humanista, lector insaciable, idealista… fue uno de los representantes de esa
intelectualidad europea de entreguerras que desapareció para siempre con los
totalitarismos y la catástrofe que trajeron.
“Sternstunden der Menschheit”
(1927) presenta brevemente 14 momentos brillantes de la historia y la cultura
de Occidente. La emoción que anima la prosa de Zweig atrapa en cada relato de
principio al fin. Hacía mucho tiempo que no había leído párrafos tan vivos y
tan emocionantes. Aun sabiendo que la historia no la hacen solo las
genialidades o estupideces de algunos personajes, he disfrutado con aquello tan
anglosajón del “turning point” (“El minuto universal de Waterloo”). Algunos de los relatos hacen
referencia a la composición musical o poética: “La resurrección de Georg
Friedrich Händel.”; “El genio de una noche: La Marsellesa.” o “La elegía de
Marienbad: Goethe entre Karlsbad y Weimar.”; otros miran los momentos más
personales de las biografías: “La huida hacia Dios” (sobre su admirado Tolstoi);
o “Wilson fracasa”. A mí me subyugaron
dos muy distintos: “La primera palabra a través del océano: Cyrus W. Field”
(sobre el primer cable transoceánico) y “El tren sellado: Lenin”.
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