En las últimas semanas, el político
y profesor, J.R. Pin ha publicado en “El Economista” varios
artículos en donde se apunta cómo la literatura es capaz de captar el espíritu
de los tiempos. Esa literatura serviría como aviso a caminantes. Ya saben
ustedes, lo de la historia que se repite, como drama o como farsa…En estos
tiempos revueltos, citaba las obras de Zweig, que predijeron, en parte la
catastrófe de Europa con la llegada del nazismo y su revancha. En un artículo
más reciente, citaba “El gran Gatsby”, la célebre novela de Scott Fitzgerald.
Se da la curiosa circunstancia de que aquí también hemos reseñado a Zweig y el
viernes, vimos en DVD la versión cinematográfica de 1974 de Clayton, con guión
de F.F Coppola (hay varias pelis más basadas en la novela). Merche quería ver
el atrezzo y la ropa de la película. Así que la cosa nos vino bien a ambos.
La historia presenta al
misterioso Jay Gatsby, (interpretado en esta versión por Robert Redford), un
millonario que da fiestas extravagantes y está obsesionado con Daisy (la
Farrow), casada con el también potentado Tom Buchanan. El narrador de la trama,
Nick Carraway, ve un mundo de lujos y despreocupación, cornamentas y pasiones,
que vive ajeno al resto de la sociedad. Los felices 20. Felices para la alta
sociedad norteamericana. Ese mundo colapsaría en 1929, del mismo modo que al
final de la historia, los personajes han de asumir las consecuencias de sus
actos.
Fitzgerald no llegó a ver el
éxito de su novela, que es considerada una de las cumbres de la literatura
norteamericana. Como todas las grandes obras, su valor fue captado muchos años
después de su publicación. Con la que está cayendo, no deja indiferente
elretrato de esa clase ociosa, ajena a lo que estaba pasando en su entorno más
inmediato y que iba a despertar de forma brutal en los 30 y en los 40.
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