Kristen Stewart fue la
protagonista de la saga “Crepúsculo”, aquel producto sofisticado para chicas
adolescentes. Había romances, misterio, estética gótica que los padres podían
aceptar, tíos buenos y la Stewart para que las consumidoras se identificaran
con ella. Éxito asegurado. Inevitablemente, recuerdo lo que le gustaban a la
brujita aquellas películas.
Así que, en cuanto empezó la
peli, reconocí a la Stewart y advertí que la cosa iba del
lucimiento de la chica. Interpreta a una “personal shopper” que trabaja en
París. Perdió un hermano gemelo y espera que le mande una señal desde el otro
mundo. Así que hay una trama estilo güija un poquito inquietante. Pero solo
eso, un poquito. Porque la cosa se hace pesadota y predecible. A mí me entró un
poquito de sopor cuando se ponen a recitar unos textos de Víctor Hugo (padre). Algo
que no me pasaba desde “El perro del hortelano” de Miró. Me sorprende ver
que la crítica le ha gustado bastante. Supongo que, omo en cualquier otro
negocio, la promoción es importante.
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