Ir al contenido principal

Dark waters.

Todo el mundo sabe que el sistema judicial español es una mierda. Quizá decir esto es un delito, como cuando era delito decir que el campechano era un corrupto. 

En la cúspide del sistema judicial, magistrados que deben favores a los políticos. Y políticos que están más atentos a los procesos de corrupción que les afectarán y al lawfare que a la modernización del sistema (véase como bloquea el PP la renovación del CGPJ). Aunque, ¿para qué van a modernizarlo? Muchos jueces siguen muy cómodos con los procedimientos y los horarios laborales de la edad media, cuando no había ordenadores, ni capital transnacional, ni millones de datos sobre cada uno de nosotros almacenados en la nube, ni se sabía lo que era un virus.  

Pero en la justicia del día a día, quizá la cosa sea peor: procuradores que nadie sabe para qué sirven, abogados cuyo trabajo principal es ir y venir con papeles, muchos papeles, como si Berners-Lee no hubiera programado el HTML hace 30 años, jueces que han de juzgar asuntos urbanísticos o industriales que no saben leer un plano o sentencias copiadas y pegadas hasta el infinito, arrastrando las mismas faltas de ortografía que en la redacción original. Aunque quizá eso sea lo esperable en un país donde la gente con ínfulas no reconocería, ni aunque los mataran, que nunca se ha leído el Quijote; pero presume de no saber derivar o calcular una probabilidad sencilla, como si eso los hiciera mejores.

Quizá porque nuestro sistema judicial es una mierda, nos gustan tanto las pelis sobre el sistema judicial estadounidense. En ellas, siempre salen unas juezas negras, con un bonito pelo canoso, que imparten verdadera justicia después de que el protagonista haga llorar al jurado. Supongo que todo eso también debe ser una trola. 

Vimos "Dark waters" (2019), una peli sobre los procesos judiciales contra la DuPont dirigidos por el abogado Robert Bilott. Demostró que uno de los subproductos de la fabricación de Teflón en la planta de Ohio (el ácido perfluorooctanoico) había producido cánceres y otras enfermedades a una parte de la población. DuPont tuvo que indemnizar a parte de las víctimas. Al parecer, el producto (que como todo lo bueno, no es biodegradable) ha contaminado a todo el planeta. Para siempre.

El gran Mark Ruffalo interpreta al abogado. También figura como productor, o sea, que habrá puesto pasta en una peli larga; pero muy interesante.

Comentarios

procuradores Barcelona ha dicho que…
Muchas gracias por la informacion.

Entradas populares de este blog

Tintalibre:

Nuestro “Fin de Régime” está siendo, como casi todo en esta estepa, lento y tranquilo, un poco provinciano, un poco hortera, aunque nos las demos de postmodernos.  Aquí no hay Rasputines montando a la zarina, sino el pequeño Nicolás haciéndose selfies con la lideresa y el presidente. Pero todo está cayendo, inexorablemente. Se cae de viejo y de podrido. Son les branques de l’arbre de Pujol. Y se va cayendo todo el sistema del 78. Quizá, al final se acelere el proceso y la cosa deje de ser tan tranquila. La sociedad va descubriendo que no solo era el bipartidismo, sino que los medios de comunicación que sustentaban el entramado de las mamandurrias también se han quedado viejos e inservibles. Enternecedor el “yo no soy un político” del director de La Razón, Marhuenda, ese señor tan rarito y con tantos intereses políticos y económicos, que va a las tertulias a hacer de derechoso leído y digno. Siguen ciegos ante lo que está ocurriendo. Desde hace un año, ya no le...

"Romper el círculo" y "Soy Nevenka"

Después de la tormenta asesina y de la guerra civil en los Estados Unidos, volvemos a la pequeña política de nuestra aldea pequeña.  Parece que el errejonazo fue hace mucho tiempo; pero la dimisión del muchacho solo fue hace un mes. Con ese escándalo, quizás se cierra el ciclo que se inició en enero del 2020. Por primera vez en la historia de la España contemporánea, la izquierda se sentaba en el Consejo de Ministros. Pero los círculos no habían tenido tiempo de cuajar, las cloacas, a modo de sistema inmunológico del Estado, hacían su incansable labor de zapa, y además, llegaron una pandemia, un volcán, la tercera guerra mundial y las tonterías de profe de universidad del gran líder, que huyó un año después. Dejaba como albaceas a un equipo de funcionarios mas rositas que rojos y el encargo de tomar el cielo por asalto a unos muchachos con amplio vocabulario postmarxista pero con las paticas cortas y flojas. Los herederos hicieron lo que pudieron para obligar al pillo de Pedro Sán...

El último concierto.

¡Ay de aquel que nunca haya tenido ninguna afición! ¡Pobre del que nunca se haya esforzado para dominar algún arte! El que nunca haya intentado dibujar, cantar, tocar un instrumento, actuar, cocinar o jugar al ajedrez no sabe lo que se ha perdido. Y digo intentar, porque en el intento es donde está la sal que hace la vida más feliz. Y los más felices entre los mortales son aquellos que el arte ha hecho suyos: los artistas, los profesionales, los que han dedicado una vida entera a un oficio creativo. Los que han sido siempre prisioneros. En su esclavitud quizá han sido libres, luminosos.   “A late quartet” trata sobre ellos. Sobre los profesionales muy cualificados: un cuarteto de cuerda en el final de su historia. Cuando tiene que parar la música y salen los demonios que llevan dentro. Zilberman narra todo esto con sutilidad e inteligencia. Aunque la peli tiene algunos altibajos, valió la pena ir a la sesión golfa de los D’Or.