Cuando vi que echaban esa peli en la Sexta, algo me dijo que me iba a gustar. Así que la busqué en Netflix. Me la acabé en dos ratos.
"Oro" está basada en un relato breve de la T mayúscula de la RAE, Arturo Pérez-Reverte. Como veremos más adelante, al cartagenero no le gustó el resultado final. El director es Agustín Díaz-Yanes, que ya había tenido la suerte de trabajar con el apacible escritor en la versión cinematógrafica de "Alatriste". A diferencia de "Alatriste" y de sus otras pelis, en "Oro ", Díaz-Yanes no ha intentado meter más de lo que cabía y le ha salido una cosa visualmente hermosa, manida pero interesante, un poco irregular pero creíble. Tener un buen presupuesto y un elenco robusto (incluyendo al finado Juan Diego) también ayuda.
Es una banda de euroasiáticos que se adentran en unas selvas misteriosas y se dedican a civilizar a los nativos. Es decir, una parte importante de la historia del mundo en los últimos cinco siglos. Cambien "euroasiáticos" por "españoles", "selvas misteriosas" por América y "civilizar" por masacrar, violar y saquear y ya estamos en el siglo XVI, el gran siglo de las Españas. Los portugueses y los castellanos fueron los primeros en intentar apropiarse del mundo. Su expansión es, al mismo tiempo, un prodigio técnico, un aquelarre de destrucción y muerte y una epopeya tan digna de ser contada como los viajes de Ulises o las masacres de Gengis Kan. Las monarquías ibéricas lanzaron sobre el planeta un enjambre de marinos y aventureros con el estómago vacío, los cuchillos afilados y la cabeza llena de estúpidas historias de caballerías. Conquistaron imperios, robaron cuanto pudieron, destruyeron civilizaciones, pusieron la semillita del capitalismo e hicieron del castellano y del portugués de sus pobres aldeas de origen dos lenguas globales.
El tema del grupo de conquistadores desesperados y autodestructivos, en pos de la fama y de la fortuna es muy viejo. Me viene a la memoria la novela "La aventura equinoccial de Lope de Aguirre" (1964) de mi insigne paisano Ramón J. Sender: "Yo, el mentado Lope de Aguirre, cristiano viejo, hijo de medianos padres, hidalgo natural vascongado de la villa de Oñate, en los reinos de España, digo que..." Y por supuesto, su consecuencia, la peli de culto "Aguirre, der Zorn Gottes" ("Aguirre, la cólera de Dios") (1972) de Werner Herzog. Kinski le puso cara (y ojos de loco) al jefe de los marañones, que se autoproclamó "Príncipe del Perú, Tierra Firme y Chile", antes de degollar a su hija para que no se la follaran los compinches. Más tarde, Saura se atrevió otra vez con la historia en "El Dorado" (1988)
Como reconoció Coppola, la peli de Herzog influyó en su "Appocalypse now" (1979), la interpretación moderna de "El Corazón de las tinieblas" (1899) de Conrad. Y es que el tema de la banda de europeos que se adentran en unas selvas misteriosas para combatir el mal sin advertir que el mal son ellos, da para mucho.
Cambiemos de tema y vayamos a lo que de verdad me interesa. Las clases dirigentes de los estados-nación necesitan un pasado glorioso que justifique el reparto del poder del presente. Como otros países europeos, la España castellana necesita rememorar sus antiguas glorias imperiales. Ya hemos hablado de eso en varias ocasiones. A veces, se hace con cierta inteligencia artística, como Pérez-Reverte y sus bestsellers. Según la wikipedia, se quejaba de que en el guión de "Oro" "había crueldad y épica, dureza y luz; al llevarlo al cine, el equipo no vio la épica y dejó una banda de delincuentes. La parte admirable ha desaparecido." Exacto, por eso me ha gustado.
A veces, lo que se pretende con la reconstrucción del pasado es claro clarinete. Vean aquí lo que opina la historiadora "imperial" Roca Barea sobre la peli. Quizá acabe de ministra de historia en los futuros gobiernos de extremo centro.
Los europeos, con sus novelas y sus pelis, acuden a su pasado colonial y se acusan mutuamente de sus leyendas negras y de sus Congos. Nuestros "hermanos" latinoamericanos, como los llaman con un racismo difícil de esconder los del párrafo anterior, necesitan también sus fantasías históricas. Allá es común que los humildes maestros de primaria cuenten unas historias nacionales donde los conquistadores serían los malos frente a los buenos indígenas que ya portaban la esencia de la nación actual y que resistieron monolíticamente la invasión hasta que se "liberaron" a principios del XIX. No queda claro por qué eran los incas o los aztecas menos malos que los barbudos. Tarea ardua explicarle a los muchachitos mestizos que hablan el español más hermoso del mundo que "la conquista la hicieron los indios y la independencia los españoles".
Todavía más difícil explicarles que aquellos tipos de los arcabuces no eran exactamente "españoles" en el sentido actual. Y eso me lleva a otro tema habitual en las historias de Pérez-Reverte, que casi me parece enternecedor. Siempre mete algún personaje "periférico". Lo de los hombres y las tierras de España, que nadie se sienta fuera de la fiesta, supongo. El narrador de "Alatriste" es Íñigo Balboa, del mismo pueblo que Lope de Aguirre. En "Oro" aparecen abundantes navarros y aragoneses. De hecho, los dos machos dominantes de la turba son un tal Gorriamendi y un tal Bastarrués. ¿Hasta qué punto es plausible que en una fecha tan temprana como 1538 hubiera muchos "extranjeros" en las expediciones? Es el típico debate de expertos que tiene repercusiones en la imagen "nacional". La conquista de las Antillas fue llevada a cabo sobre todo por andaluces, vascos y extremeños, todos ellos, súbditos de Castilla. Dudo que hubiera muchos mercenarios aragoneses, que en aquella época andaban más bien matando gente en el Mediterráneo. Y menos aún, navarros. Su reino había sido conquistado por el Duque de Alba apenas 20 años antes y las cosas aún debían de andar muy revueltas.
Comentarios
De todas formas, en aquellos tiempos, al menos no existía el riesgo de que los líderes de esos bárbaros desconocieran que el IPC y la inflación son lo mismo.
Que por cierto es la versión regia del "y pa ke kieres saber eso? JAJAJA salu2"