Nunca olvidaré el final de "Nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto": Victoria Abril descargando cajas de cerveza, cojeando, después de haber sufrido brutalidades sin cuento. Me parece una de las escenas más hermosas de toda la historia del cine español, un inigualable canto a la esperanza y a la fuerza humana.
Así que fácilmente convencí a mi novia para ir al estreno de la nueva de Agustín Díaz Yanes. Y me esperaba mucho. Al fin y al cabo, todo indicaba que esta peli estaba muy relacionada con la genial opera prima del madrileño. Y efectivamente, el planteamiento de "Solo quiero caminar" repite el de "Nadie hablará.." e incluso, la segunda es la continuación cronológica de la primera.
Pero no nos gustó. Y no nos gustó porque el director y guionista ha intentado meter demasiadas cosas. El tema es el mismo que en "Nadie hablará...": en "Solo quiero caminar" se contraponen hombres extremadamente violentos (narcotraficantes mexicanos) a mujeres tenaces (ladronas españolas). En este caso, la Gil recoge el testigo de la Abril, con algunos añitos más que en "Nadie hablará..." En un mundo dominado por los hombres y por la brutalidad de los hombres, y concebido para el placer de los hombres, las mujeres salen adelante, a pesar de las hostias y de las pistolas, gracias a su solidaridad, astucia y fuerza interior. Sin embargo, en este caso, se trata de una victoria efímera, porque para lograrla tienen que replicar comportamientos masculinos y los únicos resultados son el dolor o la muerte.
Pero el problema es que el director ha intentado dotar a este interesante planteamiento de muchos más adornos que "Nadie hablará..." y la historia revienta por falta de sitio. Se desaprovechan un montón de buen material y de buenas ideas en las que no se profundiza: el personaje ambivalente del asesino interpretado por Diego Luna, la desgarrada banda sonora con flamenco y música mexicana, la aproximación a la cultura del narcotráfico y la muerte, la corrupción judicial española, etc, etc... y al final nos quedamos con una peli de robos que se resuelve de manera confusa e inverosímil. Los personajes van y vienen y no te enteras de lo que está pasando, por muy atento que estés.
Me da la impresión de que Díaz Yanes tiene un problema con las medidas de los ingredientes que cocina, ya en la españolísima superproducción "Alatriste" intentó meter la serie completa de las novelas y desaprovechó una gran oportunidad artística. Como en aquella ocasión, se debería haber guardado ideas para futuras películas.
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