El otro día me llegó un correo electrónico citando un artículo de 1998 del célebre Arturo Pérez Reverte (no confundir con los escritores Jorge Martínez Reverte o Javier Reverte). Aunque Arturo Pérez Reverte no sea santo de mi devoción, hay que reconocerle que ha encontrado un tono que gusta (y vende). El artículo, titulado "Los amos del mundo" dice cosas como: "Usted no los conoce ni en pintura, pero esos conductores suicidas que circulan a doscientos por hora en un furgón cargado de dinero van a atropellarlo el día menos pensado, y ni siquiera le quedará el consuelo de ir en la silla de ruedas con una recortada a volarles los huevos, porque no tienen rostro público, pese a ser reputados analistas, tiburones de las finanzas, prestigiosos expertos en el dinero de otros. Tan expertos que siempre terminan por hacerlo suyo. Porque siempre ganan ellos, cuando ganan; y nunca pierden ellos, cuando pierden. No crean riqueza, sino que especulan. Lanzan al mundo combinaciones fastuosas de economía financiera que nada tienen que ver con la economía productiva. Alzan castillos de naipes y los garantizan con espejismos y con humo, y los poderosos de la Tierra pierden el culo por darles coba y subirse al carro." En este sentido, el que lanzó el correo a la red, lo título "profético"
Por supuesto, no sólo Pérez Reverte previó que más pronto o más tarde, nos caería encima una crisis de tipo sistémico. Me viene a la memoria el libro "Aquí no puede ocurrir. El nuevo espírito del capitalismo" del hombre-Prisa Joaquín Estefanía. En el libro, Estefanía parte de las devastadoras crisis asiática y latinoamericana de finales de los 90 para mostrar como la interconexión entre las economías, a través de un mercado financiero desregulado, produjo una verdadera catástrofe en la economía real. Durante la última década, el discurso dominante en Europa y en Estados Unidos ha sido que estábamos a salvo de esas crisis periódicas del capitalismo. Que la historia había acabado y que una eterna etapa de prosperidad, superproducción y superconsumismo nos esperaba. Estefanía avisaba en este libro, de manera documentada y amena, que no era así y que además, las recetas económicas neoliberales que aplicaba el FMI empeoraron la situación en aquellas crisis. Parece que los hechos le están dando la razón en muchos aspectos.
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