Como nos vamos a quitar las plataformas, remato alguna de las pelis que tenía a mitad. Una de ellas es este famoso drama judicial de 1959. Pasa por ser una de las mejores del género, en mi opinión, al nivel de "Doce hombres sin piedad". También es la mejor interpretación de James Stewart. Hace de abogado defensor, es decir, de otro actor que a su vez, tiene que actuar para convencer al jurado. Y Stewart convencería a cualquiera. Durante toda la peli, no pude evitar la sensación de que el defendido, un amenazante Ben Gazzara era culpable y sin embargo, Stewart me manipulaba como lo estaba haciendo con el jurado. En este caso, el juez no era una señora negra canosa, de bonita sonrisa. Tampoco había negros en el jurado.
Una de las cosas que atrajo más la atención de la película es que trataba de manera abierta la violencia sexual. Se supone que el acusado ha vengado la violación de su mujer, la equívoca y sugerente Lee Remick. Por aquella época, en los USA ya se empezaba a plantear el "sólo sí es sí". Al menos, entre blancos y blancas. En estos reinos, hemos tardado más en tratar el asunto.
Yo no me fijado tanto en ese tema de debate. Y sí en otro que pasa un poco más desapercibido en la peli. La justicia por la mano del agraviado. Por supuesto, el abogado defensor no podía reclamar que el acusado tenía derecho a matar. Sin embargo, pienso que esa idea debía estar en más de una de las cabezas gordas y mal afeitadas de los granjeros de Michigan que forman el jurado.
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