Acudí con mi hermano a la manifestación del 12 por la tarde. La tristeza no dejaba mucho sitio a la reflexión. Como le pasaba a mucha de la gente que había allí, la última mani a la que había ido fue alguna del año anterior contra la invasión de Irak, ese capricho imbécil del presidente Aznar. Desde su elevadísima altura, había decidido que su sucesor en el cargo sería M. Rajoy.
Precisamente, los voceros del gobierno y los votantes del PP más perspicaces sí que advirtieron rápidamente el efecto político que tendría el atentado. La noche del 12, en uno de nuestros bares habituales, un viejo conocido (de los del segundo grupo) me comentó, con cierta rabia, que el atentado pretendía "cambiar el resultado de las elecciones". Entonces, comprendí lo que estaba pasando. Había oído a Acebes, un ministro que parecía soltar bastante baba al hablar y que atribuía el atentado a ETA, como la mayor parte de los políticos de diversos colores que habían salido en la tele hasta entonces; pero no había hecho mucho caso. En el gobierno ya sabían que "si ha sido ETA, barremos, si han sido los yihadistas, nos vamos a casa". Empezaban a tener información objetiva de que todo apuntaba a la segunda opción. Comenzaron a mentir en las ruedas de prensa y se les notaba. Más tarde, quizá el sábado, le oí la misma cantinela a Zaplana, un delincuente que, por aquel entonces, también ejercía de ministro. Entonces tuve la certeza absoluta de que estaban mintiendo a sabiendas.
El domingo, 14, no fui a votar. Pero parece que mucha gente sí que fue y que tumbaron al gobierno y a las encuestas. Posiblemente, me levanté tarde y con algo de resaca. Nunca me he perdonado mi abstención ese día. Desde entonces, voto siempre por correo, como un buen súbdito, para que el número de delincuentes que también ejercen de ministros sea el mínimo posible.
Si el atentado tenía el objetivo de castigar al gobierno invasor de Irak, había logrado su objetivo. Y el gobierno derrotado había sido un valioso colaborador, al añadir su torpeza al crimen colosal. Visto desde lejos, el cambio político no fue tan tremendo: en el sistema turnista del 78 simplemente se cambió el turno para que todo siguiera igual. Pero en la pequeña aldea, en el sistema, entró la idea de la victoria "ilegítima", esa carcoma que puede tumbar los más lindos edificios políticos.
Comentarios
Recuerdo exactamente dónde estaba, en el estudio, hasta qué estaba mirando al oir las primeras palabras de Gabilondo al respecto. Cris estaba en el WC y salió pues… imagina. NUnca olvidaré su expresión.
Creo que a día de hoy tampoco recordamos bien el contexto. El “tripartito” (o pacte del “tinel”) era lo peor del mundo, Y un señor parecido a Labordeta llamado Carod Rovira era el mismísimo demonio por decir cosas como “Vixca Catalunya lliure”. Y ese mismísimo señor era aún más demonio por haber pactado con ETA que no asesinara en Catalunya.
Eso convertía al propio Carod, a Maragall, a Zapatero, y a casi cualquier izquierdista e incluso cualquier catalán en etarra. Es importante dejar esto sentado igual que era decir que Marley estaba muerto en Christmas Carroll.
Y todo ello es importante porque desde el segundo 1, pareció que era más importante echar mierda sobre los antes mencionados que el hecho de que casi doscientas personas (en realidad más, pero esos 180 no lo contaron) hubieran sido despanzurradas con explosivos.
Yo por mi parte en cuanto lo vi, pensé: “esto no es de ETA”. Se lo dije a Cris, que veía las cosas aún como muchas españolas antes… del 11-14M, precisamente, y arqueó las cejas como en las novelas.
Por aquel entonces decir que el salvaje atentado de Hipercor no tenía como objetivo que hubiera muertos (aunque obviamente no les importara un carajo si los había) y que los hubo (además de por el pequeño detalle de que unos hijoputas habían puesto bombas) porque a ciertos impresentables no les pareció oportuno desalojara a toda hostia, decir eso te convertía en sosechoso proetarra.
Yo recuerdo que vi los trenes, y dije: ostras no. Temí un 11S al momento.
También recuerdo que lo primero que hizo Luis del Olmo (era el siguiente a Iñaki en el ranking) fue llamar al tal Carod, y preguntarle “¿todavía cree que hablando se entiende la gente?” Recuerdo qué mesa estaba mirando en ese preciso instante.
Alguien, creo que Herrero de Miñón, dijo que en conversaciones privadas cerca de Aznar lo primero que se dijo fue “esto no lo aguanta el tripartito”.
Recuerdo mucho de ese día y los siguientes. Y miedo, miedo racional pero miedo.
En realidad, si hacías abstarcción del contexto en que decir "creo que no es ETA" equivalía a estar de su parte, pensar que no era ETA era incluso, bastante más aterrador.