Ir al contenido principal

La gran emergencia (The long emergency)


Acabé anoche "La gran emergencia", del norteamericano James Howard Kunstler, publicado por la editorial aragonesa Barrabes.
El autor intenta dar respuesta a dos preguntas fundamentales para nuestra civilización: ¿cuánto petroleo accesible queda en el mundo? y ¿qué ocurrirá cuando este se acabe (o cuando el que quede sea demasiado caro de extraer o distribuir)? Su pronóstico es que podemos estar al borde del colapso de nuestro modo de vida. Al decir, "nuestro" el autor se refiere al "American way of life": la necesidad de vehículos particulares, el urbanismo residencial, el uso habitual de calefacción o aire acondicionado, la comida manufacturada, la agricultura industrial, etc. Argumenta que, aunque una parte de las necesidades energéticas podrán ser cubiertas con un incremento de la producción nuclear; otros consumos serán inviables: la aviación o la fabricación de fertilizantes, por ejemplo. Me llamó la atención que en el libro (escrito en 2004) ya predice la crisis de las hipotecas subprime.
El autor no dibuja con demasiada claridad el futuro que espera: a veces habla de un mundo en el que vuelven las tecnologías blandas, otras de un planeta en el que ha habido una reducción masiva de la población humana. Cuando lo tenga más claro que nos lo explique. Además, se centra demasiado en E.E.U.U:
Los contenidos que me han parecido más interesantes han sido, paradójicamente, los dedicados al pasado. El autor se ha dedicado especialmente al urbanismo y explica muy bien cómo el suministro masivo y barato de una sustancia con unas propiedades excelentes (el petróleo) ha ocasionado los mayores cambios de la historia de la humanidad en el modo de vida, en la distribución espacial de la población y en las relaciones de producción.
Cuando uno lee esta clase de libros con terribles augurios sobre el futuro, tiene dos opciones creérselos o no creérselos. Los que nos creemos las predicciones podemos reaccionar de dos maneras: con pánico o con una cierta condescendencia, como el preso que espera plácidamente el día de su ejecución manteniendo limpia su celda.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tintalibre:

Nuestro “Fin de Régime” está siendo, como casi todo en esta estepa, lento y tranquilo, un poco provinciano, un poco hortera, aunque nos las demos de postmodernos.  Aquí no hay Rasputines montando a la zarina, sino el pequeño Nicolás haciéndose selfies con la lideresa y el presidente. Pero todo está cayendo, inexorablemente. Se cae de viejo y de podrido. Son les branques de l’arbre de Pujol. Y se va cayendo todo el sistema del 78. Quizá, al final se acelere el proceso y la cosa deje de ser tan tranquila. La sociedad va descubriendo que no solo era el bipartidismo, sino que los medios de comunicación que sustentaban el entramado de las mamandurrias también se han quedado viejos e inservibles. Enternecedor el “yo no soy un político” del director de La Razón, Marhuenda, ese señor tan rarito y con tantos intereses políticos y económicos, que va a las tertulias a hacer de derechoso leído y digno. Siguen ciegos ante lo que está ocurriendo. Desde hace un año, ya no le...

"Romper el círculo" y "Soy Nevenka"

Después de la tormenta asesina y de la guerra civil en los Estados Unidos, volvemos a la pequeña política de nuestra aldea pequeña.  Parece que el errejonazo fue hace mucho tiempo; pero la dimisión del muchacho solo fue hace un mes. Con ese escándalo, quizás se cierra el ciclo que se inició en enero del 2020. Por primera vez en la historia de la España contemporánea, la izquierda se sentaba en el Consejo de Ministros. Pero los círculos no habían tenido tiempo de cuajar, las cloacas, a modo de sistema inmunológico del Estado, hacían su incansable labor de zapa, y además, llegaron una pandemia, un volcán, la tercera guerra mundial y las tonterías de profe de universidad del gran líder, que huyó un año después. Dejaba como albaceas a un equipo de funcionarios mas rositas que rojos y el encargo de tomar el cielo por asalto a unos muchachos con amplio vocabulario postmarxista pero con las paticas cortas y flojas. Los herederos hicieron lo que pudieron para obligar al pillo de Pedro Sán...

El último concierto.

¡Ay de aquel que nunca haya tenido ninguna afición! ¡Pobre del que nunca se haya esforzado para dominar algún arte! El que nunca haya intentado dibujar, cantar, tocar un instrumento, actuar, cocinar o jugar al ajedrez no sabe lo que se ha perdido. Y digo intentar, porque en el intento es donde está la sal que hace la vida más feliz. Y los más felices entre los mortales son aquellos que el arte ha hecho suyos: los artistas, los profesionales, los que han dedicado una vida entera a un oficio creativo. Los que han sido siempre prisioneros. En su esclavitud quizá han sido libres, luminosos.   “A late quartet” trata sobre ellos. Sobre los profesionales muy cualificados: un cuarteto de cuerda en el final de su historia. Cuando tiene que parar la música y salen los demonios que llevan dentro. Zilberman narra todo esto con sutilidad e inteligencia. Aunque la peli tiene algunos altibajos, valió la pena ir a la sesión golfa de los D’Or.