El tele-juez Garzón ha publicado el auto para iniciar la investigación y el proceso de crímenes políticos cometidos en el período 1936-52. Evidentemente, se trata de un brindis al sol con poco fundamento jurídico (como muchas de sus acciones judiciales contra la izquierda abertzale); pero tiene una importancia histórica. Por primera vez se aplica el concepto de justicia universal a España y por primera vez se escribe en un papel público los nombres de algunos de los culpables de la masacre de 1936-52: "...se solicita a los gobiernos civiles, confirmen la defunción de Francisco Franco Bahamonde, General de Brigada cuando ocurrieron los hechos"
Me viene a la memoria este pequeño librillo sobre el dictador del historiador Gabriel Cardona. Al parecer, Cardona es un reconocido especialista en la historia contemporánea del ejército español: ya leí en su momento "Franco y sus generales. La manicura del tigre" (2002) y "El gigante descalzo. El ejército de Franco"(2003). Algo debe saber del tema porque fue un militar profesional hasta que abandonó el ejército a raíz del 23-F.
"Franco no estudió en West Point" se aleja de sus temas habituales y es un pequeño ensayo que se camufla bajo la forma de una novelita. La norteamericana Elyse Crowe visita Toledo para investigar los estudios que el joven Francisco Franco realizó en la academia de infantería hace noventa años. No es difícil reconocer influencias de la novela del aragonés Sender "La tesis de Nancy", entremezclados con los recuerdos biográficos del propio Cardona, al que imagino también como cadete de infantería.
El libro no es demasiado original, aunque sí ameno, cuando plantea el origen de la manera de ser y de pensar que guió a Franco a través de su larguísima vida. Muchos otros autores ya han escrito sobre esto: abandonado por su padre y posiblemente acomplejado por su falta de prestancia física, el pequeño "Paquito" encontró un eficaz refugio en el ejército y en el escalafón, donde siempre se movió con astucia y seguridad en sí mismo. Se formó en el seno de un ejército con excesivos oficiales, mal formados y peor pagados, rencorosos por la derrota de Cuba, aislados de una sociedad civil que empezaba a despertar de un letargo medieval de siglos. Cardona aventura que ese joven cadete taciturno, de escasa cultura y nadie que lo guiara o lo recomendara, se mimetizó con los mitos del glorioso pasado imperial castellano y católico, materializados en los paredones y callejones de la antigua Toledo. Esos mitos imperiales, facilones y evocadores, constituyeron la única fuente de su ideología en el futuro. Al igual que Hitler con los judíos, encontró en los enemigos exteriores (Inglaterra, el comunismo y los masones) las razones de la decadencia de su patria. Los terribles azares de la historia llevarían a dirigir los destinos de esa triste patria durante cuarenta años a este faraón de clase media con faltas de ortografía.
Comentarios