El pasado domingo hice una excursión con los compañeros de trabajo por el sur de Cataluña. Fuimos a hacernos una gloriosa calçotada: uno de esos placeres que solo pueden encontrarse en estos cerros a mitad de camino entre el Mar Mediterráneo y los desiertos aragoneses, en esa tierra de huertos, barrancos, pinos, olivos, bungalows feos y hermosos massets.
Para disimular, tuvimos nuestro ratito cultural y visitamos el Castell de Sant Miquel d'Escornalbou. El Monasterio de Escornalbou fue restaurado por el patricio Eduard Toda. El sr. Toda fue un diplomático políglota, egiptólogo, bibliófilo y esdrújulo que, a su vuelta a España, compró el monasterio en ruinas y se hizo una casita cojonuda con ventanas medievales a la mejores vistas de la comarca del Baix Camp. La burguesía industrial de Reus no sólo tuvo mucha influencia en el principado, sino que (a través de su paisano el generalote Prim) influían en toda España. Aspiraban a modernizar la economía y la política. Fracasaron.
Me pareció muy significativo que Toda, además de una excelente biblioteca, tuviera en su casita de campo una "Virgen de los libros" que, al parecer, trajo de Sicilia. De todos los dioses del panteón politeísta católico, por supuesto, sólo creo en la Virgen del Pilar; pero me quedé un rato contemplando esta Virgen sencilla y hermosa, de ojos miopes, y que tenía un libro en la mano. Y le di las gracias por todos los libros publicados. Y por los que he leído. Y por todo lo que me divirtieron y por todo lo que me entristecieron. Y por los que aún he de leer.
Y le conté que el último que he leído es un clásico japonés, "Botchan", que me recomendó Miguel, de la Librería Primado. Curiosamente, el autor de Botchan, tenía como sobrenombre literario Soseki, "terco" en chino. Se debía parecer bastante al sr. Toda, que se afanaba restaurando su monasterio durante los mismos años en que Botchan fue escrito y publicado. Botchan es el sobrenombre cariñoso de un licenciado de Tokyo que, a principios del siglo XX, es enviado a un colegio de provincias. Se trata de un profesor primerizo que nos cuenta en primera persona sus relaciones con los alumnos y con los compañeros de trabajo. El tipo es impetuoso, envidioso y torpón, es decir, un auténtico imbécil. Pero Soseki, con una sutil ironía, construye un personaje tan complejo, que puede ser un reflejo de cualquiera de nosotros. A través de su narración podemos disfrutar de todas esas mentiras, envidias y odios que las relaciones entre adultos encierran. Tengo la sensación de que la traducción es muy buena y el texto permite entender muchos de los detalles de la sociedad japonesa de la época. Eran los años en los que Japón venció a Rusia y empezaba a verse a sí mismo como una potencia mundial. Pero sus campesinos todavía dormían en frías casitas de papel y comían batata.
Comentarios
A ver si nos vemos un día y intercambiamos algún libro. Te cambio un japonés por un sueco ya que acabo de leer : “La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina” de Stieg larsson.
Salut
Inibi-Friker
Me gustaria saber de donde consiguió la info sobre q la 'virgen del libro' d Escornalbou pudiera haber venidor desde Sicilia. Es por curiosidad, a raiz d un comentario de un amigo q justo destacaba q nadie le habia sabido dar el origen de la imagen.
Gracias!