Me encuentro este viejo libro en casa de mi novia. Supongo que se lo presté y sé que no lo recuperaré jamás. Es un libro sobre viajes que ha viajado. Lo compré dos días antes de hacer un largo viaje por Centroeuropa. Estuvo mucho tiempo en casa de un compañero de trabajo que, pensando que lo había estropeado, anduvo buscando un ejemplar nuevo, sin caer en la cuenta de que yo ya se lo había dejado un poco ajado, pues lo compré de segunda mano. Es decir, palabras que han ido de aquí para allá. Sin hacer ruido, sin hacerse notar.
"Viaje a pie" cuenta uno de los viajes realizados por Julio Villar. Villar fue uno de los pioneros del alpinismo de élite en España. Luego se dedicó a viajar a su aire, a escribir, a vivir. En este libro, describe el recorrido que hizo desde su San Sebastián natal hasta el Mediterráneo, cruzando Navarra, Aragón y Cataluña. Pero no es una guía de viajes al uso. Raramente aparecen los nombres de los lugares. Villar, simplemente va recogiendo sus sensaciones y halla a veces un sutil ritmo poético: "El agua es sólo un chorro pequeñito. Pequeñito. El lugar es muy seco. Me gusta el agua que nace en los montes secos." Va caminando sin destinos prefijados, sin horarios, como un vagabundo, como un animal, es decir, libre. Disfruta tanto de la naturaleza, como de los pueblos que va encontrando: "¿Sabía el que labró esa cara, tan infantil, en el cabezal de la piedra de su ventana, que yo la iba a mirar e iba a sonreír al verla casi dos siglos después? Aquel hombre no murió del todo." He releído este libro muchas veces y, yo que también he caminado, pero que ando con más cadenas que Villar, no puedo evitar sentir una envidia profunda por la libertad que empapa cada página: "Me tumbo cerca de la orilla y dejo que mis oídos se llenen con el murmullo de las aguas. Estoy al borde de la tierra. De esa tierra que he recorrido paso a paso. Cuando las nubes se abren y el sol se asoma y sonríe, yo veo el reflejo de mi sonrisa desparramado por el mar".
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