Ir al contenido principal

Los olvidados de Filipinas: amor, guerra y traición.


Trabajando en algunas cosas relacionadas con el paso del XIX al XX, me encuentro esta novelilla del prolífico Lorenzo Mediano, al que ya he citado alguna vez. La novela cuenta las peripecias y padecimientos de un grupo de soldados españoles en Filipinas, durante la derrota de 1898 y su posterior cautiverio. Aquellos soldados fueron dejados a su suerte a miles de kilómetros de sus pueblos. La mayor parte de ellos perecieron. Ni siquiera una potencia europea de tamaño medio hubiera podido oponerse a los afanes expansionistas de los norteamericanos y mucho menos, la España paupérrima y triste de finales del XIX. Y es que el ejército español solo ganaba partidos si jugaba en casa. La rápida derrota la pagaron los filipinos y los pobres soldados de leva que no podían librarse del servicio por carecer de medios económicos y acababan muriendo deshidratados o comidos por los insectos en selvas lejanas.

La novela es primitiva y pueril; pero se hace entretenida de leer y transmite cierto aire honesto y sencillote, muy característico de las obras del animoso Mediano. Al parecer, se ha basado en las vivencias reales de su abuelo, un gigantón aragonés de barba roja, que fue uno de aquellos "olvidados de Filipinas". La identificación del autor con su abuelo es evidente y me hace pensar, con melancolía, que a mi abuelo le hubiera gustado mucho esta novela de aventuras, piratas y caníbales.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tintalibre:

Nuestro “Fin de Régime” está siendo, como casi todo en esta estepa, lento y tranquilo, un poco provinciano, un poco hortera, aunque nos las demos de postmodernos.  Aquí no hay Rasputines montando a la zarina, sino el pequeño Nicolás haciéndose selfies con la lideresa y el presidente. Pero todo está cayendo, inexorablemente. Se cae de viejo y de podrido. Son les branques de l’arbre de Pujol. Y se va cayendo todo el sistema del 78. Quizá, al final se acelere el proceso y la cosa deje de ser tan tranquila. La sociedad va descubriendo que no solo era el bipartidismo, sino que los medios de comunicación que sustentaban el entramado de las mamandurrias también se han quedado viejos e inservibles. Enternecedor el “yo no soy un político” del director de La Razón, Marhuenda, ese señor tan rarito y con tantos intereses políticos y económicos, que va a las tertulias a hacer de derechoso leído y digno. Siguen ciegos ante lo que está ocurriendo. Desde hace un año, ya no le...

"Romper el círculo" y "Soy Nevenka"

Después de la tormenta asesina y de la guerra civil en los Estados Unidos, volvemos a la pequeña política de nuestra aldea pequeña.  Parece que el errejonazo fue hace mucho tiempo; pero la dimisión del muchacho solo fue hace un mes. Con ese escándalo, quizás se cierra el ciclo que se inició en enero del 2020. Por primera vez en la historia de la España contemporánea, la izquierda se sentaba en el Consejo de Ministros. Pero los círculos no habían tenido tiempo de cuajar, las cloacas, a modo de sistema inmunológico del Estado, hacían su incansable labor de zapa, y además, llegaron una pandemia, un volcán, la tercera guerra mundial y las tonterías de profe de universidad del gran líder, que huyó un año después. Dejaba como albaceas a un equipo de funcionarios mas rositas que rojos y el encargo de tomar el cielo por asalto a unos muchachos con amplio vocabulario postmarxista pero con las paticas cortas y flojas. Los herederos hicieron lo que pudieron para obligar al pillo de Pedro Sán...

El último concierto.

¡Ay de aquel que nunca haya tenido ninguna afición! ¡Pobre del que nunca se haya esforzado para dominar algún arte! El que nunca haya intentado dibujar, cantar, tocar un instrumento, actuar, cocinar o jugar al ajedrez no sabe lo que se ha perdido. Y digo intentar, porque en el intento es donde está la sal que hace la vida más feliz. Y los más felices entre los mortales son aquellos que el arte ha hecho suyos: los artistas, los profesionales, los que han dedicado una vida entera a un oficio creativo. Los que han sido siempre prisioneros. En su esclavitud quizá han sido libres, luminosos.   “A late quartet” trata sobre ellos. Sobre los profesionales muy cualificados: un cuarteto de cuerda en el final de su historia. Cuando tiene que parar la música y salen los demonios que llevan dentro. Zilberman narra todo esto con sutilidad e inteligencia. Aunque la peli tiene algunos altibajos, valió la pena ir a la sesión golfa de los D’Or.