Tenía esta novelita en el pueblo y la he leido con gusto y rapidez. Aunque los de la colección de Booklet-Destino la habían puesto en la sección "Novela Histórica", se trata más bien de un relato de intriga, que engancha al lector sin exigirle demasiado. Eso sí, no se puede negar que el argentino De Santis (que tiene mucho oficio en esto de contar historias) logra ambientar perfectamente la trama en la Francia de los años previos a la Revolución. Los ilustrados y los filosófos enciclopedistas estaban poniendo en cuestión al catolicismo y a la monarquía y a todas las telarañas del medievo. Los avances tecnológicos y científicos hacían que lo mágico y lo real se entremezclaran y confundieran. El ambiente que también lograron reflejar pelis como "Vidoq" o "La Conjura de los lobos". Oscuridades y brillo, miseria y lujo, dolor y esperanza en los nuevos tiempos.
Dos temas principales inspiran la novela: el poder de la escritura, es decir, el poder de las palabras, y los autómatas. El lenguaje no es la realidad; pero es una parte de la realidad, que nuestras palabras crean. Y de todas las palabras, las más poderosas son las palabras escritas, manuscritas: "ver a alguien escribir siempre es un misterio, porque quien escribe habla de cosas que no están", dice la novela, que está bien adornada de ciertas profundidades. La escritura construye la memoria y predice el futuro. Y la magia última se produce cuando es un autómata el que escribe: "Un error de ajuste hizo a mi escribiente volcar el tintero, y no hubo otro elogio que una mancha de tinta que se extendió sin límites. Si se me perdonó el error, fue porque un sabio de la corte creyó ver en el accidente un vaticinio sobre la irreparable extensión del imperio" Lo del aprendiz de brujo, la criatura de Dios jugando a ser Dios, hiede a Borges.
Pienso en las toneladas de palabras que yo escribo, que todos los hombres escriben, y que son lanzadas a la red de redes para que sean olvidadas, o para que las lean otros hombres guiados por autómatas. Letras escritas que pasarán desapercibidas o que quedarán para siempre en el corazón de algún hombre o de algún autómata, que acabará escribiendo enciclopedias que producirán revoluciones.
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