Anoche tenía intención de leer algo, acostarme pronto y descansar. Pero entré en la bodega a comprar cena y vi que había una conferencia-debate sobre sistemas electorales, organizada por una de las asociaciones culturales del barrio. El tema siempre me ha interesado, más por sus aspectos matemáticos que políticos o legales; así que no pude evitar quedarme. El ponente era un profesor de derecho de la complutense, que sabía de lo que hablaba. Lo cierto es que disfruté y aprendí, cené bien, bebí cava y hasta intervine en dos ocasiones.
Los sistemas electorales son uno de los mecanismos centrales de las democracias indirectas porque a través de ellos se produce la teórica transferencia del poder desde el elector a su representante. Cualquiera puede darse cuenta de los anacronismos que arrastran (por ejemplo, que el voto de cada diputado o concejal valga lo mismo, independientemente del número de electores que les haya votado). Eso podría tener algún sentido práctico en el XVIII; pero es difícilmente defendible en el XXI.
Con la pérdida de legitimidad de todo el sistema político español, muchas miradas han vuelto ahora hacia el sistema electoral. Cualquiera que se haya interesado en el tema, sabe que está obviamente diseñado para favorecer a los dos grandes partidos. La desfachatez alcanza el absurdo en algunos sistemas regionales, como el valenciano, donde PP y PSOE pactaron el límite del 5% (ojo, y aquí está el truco: ¡agregando las tres circunscripciones!). El PP se aseguraba así el poder ad infinitum y el PSOE una cómoda (y bien pagada) oposición. Precisamente, esa ley electoral capciosa era la que daba nombre a la conferencia.
Se habló de diversos aspectos del tema: los mecanismos arteros que conlleva el sistema español de circunscripciones, el mandato imperativo, el transfugismo; pero sobre todo se trató el tema de las listas abiertas o cerradas y hubo opiniones para todos los gustos. El ponente lanzó una idea que me pareció muy explicativa: las listas cerradas están en el corazón del sistema, que, por definición, es vertical. En la cumbre, como todos sabemos, están los poderes financieros, que dan órdenes a los medios de "comunicación" y a las cúpulas del PPSOE. Esas cúpulas emiten las listas cerradas (y bloqueadas) que el elector se ve obligado a aceptar ¿cuántos votantes del PP hubieran preferido votar a candidatos no imputados por corrupción?
Afortunadamente, parece que hay algunos ligeros temblores en el suelo que soporta a la pirámide.
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