En la ciudad donde vivo hay tres cines. Y contrariamente a lo que uno esperaría, también ponen cine raro, es decir, cine NO norteamericano. Así que el otro día fui a ver una peli irlandesa que no sé si se habrá estrenado en España. Aunque la peli estaba bien, fue, en lo lingüístico, una mala elección. Porque una de las cosas con las que juega el argumento es con los muchos acentos del inglés: uno del FBI (D. Cheadle) que tiene que investigar en la Irlanda rural las cosas malas que hacen unos narcotraficantes que vienen de Londres. A veces, hasta le hablan en gaélico los granjeros que no entienden qué hace por allí un negro con lo lluvioso que ha salido el día. Es decir, demasiado para mi nivel.
El protagonista es un viejo policía de la Garda (la poli rural irlandesa), que se bebe todo lo que le ponen delante y que se va de putas en los días de permiso. Es decir, un policía normal y corriente. El tipo no quiere que le den mucha faena, así que lo que le gustaría es que el negro del FBI se volviera lo antes posible a casa y que le dejara en paz con sus melancolías y con sus melopeas irlandesas. Pero eso no va a poder ser y al sargento Boyle (Brendan Gleeson) le va a tocar trabajar un poco. Así que, aunque la cosa no pasará a la historia del cine, hace bastante gracia.
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