Ir al contenido principal

The interrupters.


Ante la avalancha de peticiones (una o dos), he decidido mantener el blog en activo. Y comentaré algunas de las cosas que voy leyendo o viendo en mi estancia en los USA. Me anima pensar que quizá pueda reseñar cosas antes de que sean estrenadas o proyectadas en la lejana, lejanísima Europa.

Mi primeros días en la costa oeste coincidieron con un largo fin de semana. El lunes, 5, era el festivo llamado Labor Day, algo así como nuestro entrañable San José Obrero, ya que aquí no se celebra el primero de mayo, a pesar de que la fecha conmemora la muerte de unos sindicalistas norteamericanos a principios de siglo. Así, que sin nada que hacer ni nadie con quien hablar, me fui al cine. Como soy un intelectual, elegí este reportaje. Aunque me pareció muy mal que todos llevaran palomitas y coca-cola, yo no me privé.

Uno de los problemas internos más graves de los USA es la violencia que azota a las comunidades más desfavorecidas. En la peli se dice alguna vez aquello de que en los barrios negros de Chicago hay una probabilidad mayor de morir asesinado que en Beirut o en Bagdad. El documental cuenta un año en la vida de tres educadores (interruptores) pertenecientes a una organización llamada Ceasefire. A partir de sus duras experiencias vitales, intentan interrumpir el ciclo de la violencia y que los chicos de sus comunidades (la negra, la negra musulmana y la hispana) sean buenos y no se maten a tiros.

Aunque me dio la impresión de que todo era muy interesante, fue una mala elección, porque en el documental había mucho diálogo, gran parte de él en jergas de la calle. Así que no me enteré de casi nada. Al ver las calles cubiertas de nieve de los barrios pobres de Chicago, me vino a la mente y al corazón, los días que acabamos de pasar en Brooklyn.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Pues a mi me gusta, y lo leo cada quince días, o sea que ya son tres peticiones que animan a que sigas, mejor, que apoyan tu decisión, y más mejor aún, tus votantes te exigen que cumplas tu promesa y decisión de seguir. (jAp).
El Sapo ha dicho que…
Hola! Te agradezco las crónicas. Y lo hago como autor de una de las dos peticiones (si hubieras hecho el chiste de "una o ninguna" podría decir que no sabía si la mía era al una o la ninguna).
La verdad es que las cosas no ambian mucho. Cuando yo estuve allí percibí que la forma de referirse a los homeless era bastante peculiar (según la persona, claro). Bueno, al menos en los USA se refieren a ellos de alguna manera, o sea que son conscientes de que existen. Aquí, es otra cosa.
Si quieres progresar en la lengua vernácula, hínchate de oir a tipos como Springsteen en yutuf. Para la jerga urbana, te recomiendo www.urbandictionary.com
Y eso, sigue.
J
Nacho Ibáñez ha dicho que…
Pues ya son cuatro, amic!

Un abrazo
Anónimo ha dicho que…
Cinco :)

Una de las de Brooklyn

Entradas populares de este blog

Tintalibre:

Nuestro “Fin de Régime” está siendo, como casi todo en esta estepa, lento y tranquilo, un poco provinciano, un poco hortera, aunque nos las demos de postmodernos.  Aquí no hay Rasputines montando a la zarina, sino el pequeño Nicolás haciéndose selfies con la lideresa y el presidente. Pero todo está cayendo, inexorablemente. Se cae de viejo y de podrido. Son les branques de l’arbre de Pujol. Y se va cayendo todo el sistema del 78. Quizá, al final se acelere el proceso y la cosa deje de ser tan tranquila. La sociedad va descubriendo que no solo era el bipartidismo, sino que los medios de comunicación que sustentaban el entramado de las mamandurrias también se han quedado viejos e inservibles. Enternecedor el “yo no soy un político” del director de La Razón, Marhuenda, ese señor tan rarito y con tantos intereses políticos y económicos, que va a las tertulias a hacer de derechoso leído y digno. Siguen ciegos ante lo que está ocurriendo. Desde hace un año, ya no le...

"Romper el círculo" y "Soy Nevenka"

Después de la tormenta asesina y de la guerra civil en los Estados Unidos, volvemos a la pequeña política de nuestra aldea pequeña.  Parece que el errejonazo fue hace mucho tiempo; pero la dimisión del muchacho solo fue hace un mes. Con ese escándalo, quizás se cierra el ciclo que se inició en enero del 2020. Por primera vez en la historia de la España contemporánea, la izquierda se sentaba en el Consejo de Ministros. Pero los círculos no habían tenido tiempo de cuajar, las cloacas, a modo de sistema inmunológico del Estado, hacían su incansable labor de zapa, y además, llegaron una pandemia, un volcán, la tercera guerra mundial y las tonterías de profe de universidad del gran líder, que huyó un año después. Dejaba como albaceas a un equipo de funcionarios mas rositas que rojos y el encargo de tomar el cielo por asalto a unos muchachos con amplio vocabulario postmarxista pero con las paticas cortas y flojas. Los herederos hicieron lo que pudieron para obligar al pillo de Pedro Sán...

El último concierto.

¡Ay de aquel que nunca haya tenido ninguna afición! ¡Pobre del que nunca se haya esforzado para dominar algún arte! El que nunca haya intentado dibujar, cantar, tocar un instrumento, actuar, cocinar o jugar al ajedrez no sabe lo que se ha perdido. Y digo intentar, porque en el intento es donde está la sal que hace la vida más feliz. Y los más felices entre los mortales son aquellos que el arte ha hecho suyos: los artistas, los profesionales, los que han dedicado una vida entera a un oficio creativo. Los que han sido siempre prisioneros. En su esclavitud quizá han sido libres, luminosos.   “A late quartet” trata sobre ellos. Sobre los profesionales muy cualificados: un cuarteto de cuerda en el final de su historia. Cuando tiene que parar la música y salen los demonios que llevan dentro. Zilberman narra todo esto con sutilidad e inteligencia. Aunque la peli tiene algunos altibajos, valió la pena ir a la sesión golfa de los D’Or.