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Museos de Berlín (2)



Ciudad de museos

Pero Berlín tiene a gala ser la ciudad de los museos. Y es cierto, porque las guías hablan de más de seiscientos en el núcleo urbano. Como el turista dispone de poco tiempo, se impone la selección. Los germanos que lo tienen bien previsto, tienen los más selectos en Museumsinsel, la isla de los Museos. Todo a mano, junto a la catedral principal.

Los precios de las entradas no son baratos. Nada en Alemania lo es. Pero existe la posibilidad por 19 euros de visitar prácticamente cualquier museo en el plazo de tres días. Es lo que recomendamos. Entre otras cosas para evitar las colas que se forman para sacar entrada en los más visitados. Algunos de éstos, exigen pagar además una sobretasa. Vuelta a hacer cola. El que suscribe, poco dado a estos ejercicios de paciencia y menos cuando es turista, consiguió el ticket adicional en el mismo museo donde había sacado el primer pase donde no había gente esperando. Es decir, que antes de hacer una cola, allí son monumentales y eso que cuando fuimos eran días normales de trabajo, hay que espabilar y buscarse la vida.

No pudimos visitar el Reichstag, el Parlamento alemán recientemente rehabilitado por Norman Foster, donde también había la consiguiente fila esperando las entradas. Pero perfectamente pueden obtenerse los pases a través de internet. Para otra visita a Berlín.

Como apenas disponíamos de dos días, lógicamente visitamos los museos más importantes. El primero el de Pérgamo, la ciudad que durante el helenismo compitió con Alejandría por ser la capital del saber, y que cuna de grandes médicos como el propio Galeno o XX. Fue tal la competencia intelectual entre ambas ciudades, que Ptolomeo Sotero, fundador de Alejandría, prohibió la exportación de papiro para que la biblioteca de Pérgamo no compitiera con la suya. A lo que respondieron en esta ciudad inventando el pergamino. Ya se sabe, piel de reses vacunas convenientemente depilada, seca y extendida sobre la que se escribiría durante siglos hasta el descubrimiento del papel. Aunque para nada se trae su recuerdo, son impresionantes el célebre Altar, el tempo de Trajano y la puerta del mercado de Mileto. No se pueden explicar con palabras estas maravillas de la antigüedad.

La siguiente visita fue al Altes Museum. Nuevo impacto imposible de describir. Salas y salas contemplando lo mejor del arte clásico, piezas que solamente habíamos visto en láminas o en televisión. Por destacar algo, la nave central con una magnífica colección de esculturas de los principales dioses de la antigüedad, entre ellos los de Esculapio y sus hijos Macaón, Polidario, Higea y Panacea, todos ellos relacionados con las ciencias médica; la sala dedicada a los motivos eróticos con los que solían decorar vasos y otros recipientes donde guardaban presuntos remedios que estimulaban la fertilidad o el vigor sexual; sin embargo a nosotros personalmente nos emocionó más en la sala áurea contemplar un collar de oro con motivos de abejas, collar que habíamos visto muchas veces en obras de historia de la apicultura.

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