Ir al contenido principal

Adil Hussain: India y Pakistán.

Uno de los acontecimientos más importantes de la historia contemporánea fue la separación entre la India y Pakistán. Los dos son gigantes geopolíticos. Un solo estado aconfesional y democrático hubiera sido el protagonista del siglo XXI. Si ese estado hubiera sido posible.


Durante el verano, vimos dos pelis, una protagonizada por una familia pakistaní y otra por una familia hindú. Se dio la curiosa circunstancia de que en ambas salía el mismo actor: una de las estrellas de Bolliwood:  Adil Hussain. 



En “El viaje de Nisha” interpreta a un laborioso paki con su negocio y su familia en Noruega. Es un tipo cariñoso e inteligente. Pero la cosa se tuerce cuando la hija menor, Nisha, empieza a hacer cosas de adolescente noruega: es decir beber alcohol y tontear con mozos rubios. Sus padres deciden reeducarla y llegan a enviarla a su país natal. Sin mucho disimulo, la peli plantea el tremendo problema de la integración de otras culturas en la nuestra. No hay ninguna referencia a la religión. La familia es casi laica. Actúan igual que hubieran actuado nuestros abuelos. La hija me sale putica, pues la machaco y luego le concierto un matrimonio con otro paki casi laico. Sin embargo, hoy en día, el comportamiento de la familia nos parece retrógrado. Una peli para pensar.


En “Hotel Salvación” interpreta al sufrido hijo de un abuelo hindú que quiere que lo lleven a la ciudad santa de Benarés (Varanasi), a las orillas del Ganges, para morir allí. Sin recrearse en folklorismos, la peli nos muestra cómo asume el hinduismo la muerte. Es la liberación deseada, la alegría última, el gran premio. Un peli para sentirse vivo.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tintalibre:

Nuestro “Fin de Régime” está siendo, como casi todo en esta estepa, lento y tranquilo, un poco provinciano, un poco hortera, aunque nos las demos de postmodernos.  Aquí no hay Rasputines montando a la zarina, sino el pequeño Nicolás haciéndose selfies con la lideresa y el presidente. Pero todo está cayendo, inexorablemente. Se cae de viejo y de podrido. Son les branques de l’arbre de Pujol. Y se va cayendo todo el sistema del 78. Quizá, al final se acelere el proceso y la cosa deje de ser tan tranquila. La sociedad va descubriendo que no solo era el bipartidismo, sino que los medios de comunicación que sustentaban el entramado de las mamandurrias también se han quedado viejos e inservibles. Enternecedor el “yo no soy un político” del director de La Razón, Marhuenda, ese señor tan rarito y con tantos intereses políticos y económicos, que va a las tertulias a hacer de derechoso leído y digno. Siguen ciegos ante lo que está ocurriendo. Desde hace un año, ya no le...

"Romper el círculo" y "Soy Nevenka"

Después de la tormenta asesina y de la guerra civil en los Estados Unidos, volvemos a la pequeña política de nuestra aldea pequeña.  Parece que el errejonazo fue hace mucho tiempo; pero la dimisión del muchacho solo fue hace un mes. Con ese escándalo, quizás se cierra el ciclo que se inició en enero del 2020. Por primera vez en la historia de la España contemporánea, la izquierda se sentaba en el Consejo de Ministros. Pero los círculos no habían tenido tiempo de cuajar, las cloacas, a modo de sistema inmunológico del Estado, hacían su incansable labor de zapa, y además, llegaron una pandemia, un volcán, la tercera guerra mundial y las tonterías de profe de universidad del gran líder, que huyó un año después. Dejaba como albaceas a un equipo de funcionarios mas rositas que rojos y el encargo de tomar el cielo por asalto a unos muchachos con amplio vocabulario postmarxista pero con las paticas cortas y flojas. Los herederos hicieron lo que pudieron para obligar al pillo de Pedro Sán...

El último concierto.

¡Ay de aquel que nunca haya tenido ninguna afición! ¡Pobre del que nunca se haya esforzado para dominar algún arte! El que nunca haya intentado dibujar, cantar, tocar un instrumento, actuar, cocinar o jugar al ajedrez no sabe lo que se ha perdido. Y digo intentar, porque en el intento es donde está la sal que hace la vida más feliz. Y los más felices entre los mortales son aquellos que el arte ha hecho suyos: los artistas, los profesionales, los que han dedicado una vida entera a un oficio creativo. Los que han sido siempre prisioneros. En su esclavitud quizá han sido libres, luminosos.   “A late quartet” trata sobre ellos. Sobre los profesionales muy cualificados: un cuarteto de cuerda en el final de su historia. Cuando tiene que parar la música y salen los demonios que llevan dentro. Zilberman narra todo esto con sutilidad e inteligencia. Aunque la peli tiene algunos altibajos, valió la pena ir a la sesión golfa de los D’Or.