Ir al contenido principal

Ismael Serrano en El palau de les Arts.

Fuimos a escuchar a Ismael Serrano. La sala principial del Palau estaba llenita y la gente no era tan viejuna como yo me esperaba. Más bien, niñas de entre 30 y 40, acompañadas de novios correctos, modernos y votantes de izquierdas, vaya usted a saber qué será eso.

Ismael Serrano fue capaz de quitarse de encima la caspa de dos generaciones de cantautores y barbudos y se ha ido reinventando a sí mismo muchas veces. Se van a América Latina y vuelven más ricos y más sabios. Ha escrito mucho y por ello, tiene de todo: canciones hermosas como montañas y canciones ripiosas y limitaditas. Pero siempre se ha respetado a sí mismo y el público se lo reconoce. "Hoy es siempre" se llamaba la cosa.

Yo desconfiaba; pero el concierto me gustó. Y eso que le hacen ponerse ropa demasiado ceñida y le han montado un espectáculo un poco desordenado en el que los diálogos y la reflexión sobre la propia obra no pega con el orden de las canciones. Que fusile a su dramaturgo con rosas y claveles. Encima tenían algún problema con el control del sonido y el muchachote no podía sacarle todo el partido a su vozarrón de animal en celo. Todo el rato rascándose la cintura para regular los mandos. 

Aunque había más melancolía y más caldo que política, yo no podía dejar de pensar en las grandes contradicciones a las que nos enfrentamos los que oímos a gente como el bueno de Ismael. Y no vemos soluciones. Pero oir "La llamada" (con mal sonido) me devolvió un poco de esperanza. Aunque sé que la revolución pendiente la harán los que no pueden pagarse la entrada para oir esa canción en el Palau de les Arts "Reina Sofía".

Comentarios

Entradas populares de este blog

Presentes

Solamente existen dos cosas: la vida y la muerte. La muerte es el segundo principio de la termodinámica, dominante, omnipresente, invencible. La vida es la lucha absurda, desesperada, contra ese principio. Es la excepción, lo heroico, la guerra que se libra sabiendo que se va a perder. La vida son los pimientos de Padrón, mi sobrino saltando las dulces olas del mar Mediterráneo, Francella haciendo de Sandoval en un juzgado oscuro de Buenos Aires, mamándose como un boludo mientras tiene ideas deslumbrantes. A veces, hay más vida y a veces, hay más muerte. Últimamente, nosotros hemos tenido algo más de lo segundo. Murió un primo de Merche de Albacete. Tenía ilusión por viajar y por hacer fotos a la vida, mientras que el cáncer lo iba derrotando, después de una guerra de cinco años de tratamientos, pruebas, dolores, experimentos, viajes a Madrid, más contra experimentos y más dolores. Pero ese hombretón y su retranca seguirán viviendo. En los mejores diálogos de Muchachada Nui está su c...

El secreto de Santa Vittoria.

Golpe de estado en los USA, yo no encuentro el boli, Hitler sigue matando niños en el gueto de Gaza, estas peras de San Juan no tienen ningún sabor, a Macron le pega su mujer, las materias primas se van acabando y la única receta es aumentar el presupuesto militar para la gran rapiña final. Solo nos queda la ilusión de que cuando Bildu o ERC fuercen al camarada Pedro a convocar elecciones, el año que viene, la candidata a la presidencia del gobierno sea la madrileña, a ver si se dan el gran batacazo, nos reímos mucho y ellos aprenden de una vez qué es España (y Portugal). Cuando uno envejece en tiempos tan oscuros, se aferra como un aterido náufrago a sus viejos cánones, a sus libros y pelis preferidas. Nos encerramos en nosotros mismos, en nuestras listas y en nuestros hábitos. " En tiempos de tribulación, no hacer mudanza " recomendaba el santo soldado de Loiola. Y muy arriba entre las películas de mi canon está "El secreto de Santa Vittoria" (1969). Ya se sabe qu...

Vasil (2)

Vasil (Iván Barneev), un migrante búlgaro, llega a Valencia. No tiene donde dormir. Un jubilado de buena posición social (Karra Elejalde) le acoge en su casa. Para asombro de la hija del jubilado (Alexandra Jiménez), establecen una estrecha relación. Y eso que el padre es más bien rancio. Tienen una afición en común: el ajedrez. Hay largas conversaciones vespertinas, a modo de samar , ciertas desconfianzas; pero son, ante todo y sobre todo, dos seres humanos buscando la humanidad en el otro, en los otros. Con este planteamiento tan sencillo, Avelina Prat construye una película agradable, un poco lenta; pero que deja cierta sensación de paz en el alma. Y siempre nos gusta ver imágenes de la ciudad del Turia.  El planteamiento me llegó a lo hondo. Era inevitable pensar en nuestro amigo búlgaro D, al que también dejaron caer en Valencia hace muchos años y que salió adelante a base de esfuerzo y bonhomía. La directora basó la historia en hechos reales. Me pregunto si conoce a D. Aunque...