El cine ha muerto ¡Viva el cine! La pandemia está cambiando muchas cosas. Y a las salas de cine les quedaba poco resuello. Antes, íbamos a los Babel dos veces cada tres semanas, ahora tenemos HBO, Prime Video y Filmin en casa. Y ya le estoy pidiendo a mi cuñado una cuenta de Netflix. Sofá, series y multinacionales proveyendo todo lo que necesitáis, humanos de clase media-alta. Pero no solo son las salas de cine las que cerrarán o se reinventarán, sino el concepto mismo de película. Las películas tradicionales han vivido un amortajamiento de 15 ó 20 años, que se está completando ahora. Las series se quedarán con lo bueno de las pelis de toda la vida y lo masticarán y lo regurgitarán para el Panem et Circensis de la distopía a la que vamos a toda velocidad.
Lo último que vimos en una sala, la de los cines del Aqua, fue "Eso que tú me das". Es la entrevista que el gran Jordi Évole le hizo a un moribundo Pau Donés. La vida y la muerte, siempre juntas, en el año de la muerte, 2020. Me ha llegado el momento. Vive tu momento. Sé feliz, como yo lo he sido, etc. Haciendo equilibrios para no caer en un sentimentalismo fácil. Ciertas dosis de filosofía de la buena. Y las goticas de baba del pobre Donés, pidiendo un día más. Como lo pedimos todos. Nunca me gustó demasiado "Jarabe de palo". Canciones demasiado pegadizas. Catalanes con tarjeta de crédito luciéndose en Latinoamérica. Buenismo demasiado comercial. Pero la entrevista reconcilia con Pau. Es inevitable.
En las plataformas, también hemos visto películas de las de antes. Planta que se marchita en este otoño de muerte y de tristezas. Vimos "Padre de familia no hay más que uno (2).", lo último en lo que se ha gastado el dinero el bueno de Santiago Segura. No sé quiénes son peores actores, si el propio Segura o los niños que salen en las películas. Humor postmoderno. Digo postmoderno por no decir "malo".
Vi el otro día "Darkest Hour" (2017), que tradujeron en España como "El instante más oscuro" para que no se le confundiera con algún bodrio sci-fi. Trata de los días de mayo y junio de 1940 en los que Churchill fue elegido primer ministro del Reino Unido, en medio de una sucesión de derrotas en Francia que parecían indicar que solo había un camino: pedirle la paz a Hitler. Me gustó; pero sentí que no me había dado mucho más que un buen documental.
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