Volvemos al tiempo de los buenos y los malos. Hubo el tiempo de los buenos vascos y los malos vascos. El tiempo de los buenos catalanes y los malos catalanes. Y ahora tenemos el tiempo de los buenos españoles y los malos españoles. Los malos son los traidores a la nación, los buenos, esos chicos madrileños que les tiran piedras a los atareados antidisturbios, al menos, hasta que empiece la temporada de esquí. Esta peli, en cierto modo, también trata sobre traidores y sobre los buenos y los malos. Rafa me envió el enlace en Youtube. Es una rareza para iniciados, ya que es una larga película rusa subtitulada en castellano. La vi con gusto y la reseñé en mi sección de su programa el 23/10/2023. Se trata de un biopic de la vida del campeón del mundo de ajedrez Alexander Alekhine (o Aliojin, que sería una transliteración castellana más fiel a su apellido ruso original).
La figura de Alekhine es una de las que, desde el mundo del ajedrez, más han alimentado la literatura y el cine. Aquí hemos citado, por ejemplo, la interesante novela "La Diagonal Alekhine". También pueden encontrarse ecos lejanos de la figura de Alekhine en la célebre "Novela de ajedrez" de Zweig o en la infancia del protagonista de "La defensa Luzhin", la hermosa película interpretada por John Turturro, que reseñamos aquí.
Alekhine ha sido tan inspirador por varias razones: su dipsomanía, su imagen de villano frente al genial Capablanca; pero, sobre todo, por su biografía. La vida del campeón es una imagen y un resumen de la primera mitad del siglo XX europeo. Nacido en el seno de la oligarquía rusa, se vio obligado a nadar entre dos aguas durante la revolución bolchevique, hasta que, finalmente se exilió en Francia. Durante los felices 20, la estrella más destacada del ajedrez mundial fue el cubano Capablanca, con fama de bon vivant. A base de un trabajo profundo y obsesionante, Alekhine descubrió los puntos débiles del cubano y, a pesar de todos los pronósticos, le arrebató el título en 1927. Un antihéroe antipático y estirado, precisamente cuando negros nubarrones de sangre volvían a aparecer en el horizonte. En ese momento empieza la película. La segunda guerra mundial pilló a Alekhine como ciudadano francés. Quedó en territorio ocupado y para agrandar su leyenda negra, colaboró con los nazis, jugando torneos y partidas simultáneas en la Nueva Europa y publicando mierda antisemita en la prensa. Obviamente, cuando se acabó la fiesta hitleriana, se tuvo que exiliar en la hambrienta España de Franco, que no andaba sobrada de efectivo para convidar al maestro a vermús. Acabó muriendo, rodeado de mugre y de soledad en Estoril. Todo esto da para muchas pelis.
Leo en el excelente blog de Antonio Gude que "La nieve..." se basa en la novela "Blancas y negras" de A. Kotov. Este ajedrecista y escritor soviético fue el encargado de hacer digerible la controvertida figura de Alekhine. El primer libro de ajedrez que estudié fue una colección de partidas de Alekhine comentada por Kotov. El trabajo de Kotov fue arduo. Por un lado, Alekhine era un exiliado, un enemigo del régimen comunista. Pero por otro, era un campeón de ajedrez, de los que tanta necesidad simbólica tenía la patria del proletariado (y del ajedrez). Así que Alekhine fue blanqueado (mejor dicho, rojizado) y su nombre volvió al océano del ajedrez soviético como digno antecesor de los Botvinniks y los Spasskys. Precisamente, en esos temas incide la peli: en la tristeza de Alekhine que se ve a sí mismo más como emigrante que como un traidor exiliado, en la melancolía por la patria, donde sus triunfos deportivos se valoran más que en la Francia ingrata. Un ruso siempre es un ruso, uno de los nuestros, uno de los buenos desde el punto de vista de la nación. No es difícil encontrar parecidos entre "La nieve blanca...", que es una peli de cuando el régimen todavía aguantaba y "El duelo del siglo"(2021). Simplemente, cambien la Unión soviética de las Olimpiadas de Moscú por la Rusia de Putin y Alekhine por Kárpov. Las banderitas nos llevan al desastre.
Comentarios