Después de la tormenta asesina y de la guerra civil en los Estados Unidos, volvemos a la pequeña política de nuestra aldea pequeña.
Parece que el errejonazo fue hace mucho tiempo; pero la dimisión del muchacho solo fue hace un mes. Con ese escándalo, parece que se cierra el ciclo que se inició en enero del 2020. Por primera vez en la historia de la España contemporánea, la izquierda se sentaba en el Consejo de Ministros. Pero los círculos no habían tenido tiempo de cuajar, las cloacas, a modo de sistema inmunológico del Estado, hacían su incansable labor de zapa, y además, llegaron una pandemia, un volcán, la tercera guerra mundial y las tonterías de profe de universidad del gran líder, que huyó corriendo un año después. Dejaba como albaceas legales a un equipo de funcionarios mas rositas que rojos y el encargo de tomar el cielo por asalto a unos muchachos con amplio vocabulario postmarxista pero con paticas cortas y flojas. Los herederos hicieron lo que pudieron para obligar al pillo de Pedro Sánchez a hacer alguna ley progre. Trabajaban contra reloj. Cada pequeño avance será un dique contra el maremoto ultra de oscuras aguas fecales que se nos viene encima. Pero la dimisión de la persona de la que usted me habla pone punto final a este capítulo de la historia. A buscar nuevos materiales de construcción entre las ruinas confederales, transversales y plurinacionales y a reinventarse. Sísifo se tendrá que guardar el pene y empujar otra vez la piedra desde abajo.
Para cambiar el mundo, primero hay que cambiarse a sí mismo, dijo alguien que seguramente no hizo ninguna de ambas cosas. Como hombre, me miro y también me reconozco en ese cuarentón barbilampiño, que se saca la polla en seguida. Ese mequetrefe que nunca salió de un aula, con la cabeza llena de palabras, el vientre lleno de vicios y el alma llena de oscuridades. Y no me gusta lo que veo. Y siento el daño que he causado a algunas mujeres y el daño que hemos causado todos (casi todos) los hombres. Y no puedo echarle la culpa ni a la inconsciencia ni a la desconexión con el presente (versión libro de autoayuda) ni al patriarcado ni a la subjetividad tóxica (versión derridiana). Sino solamente a mis miserias como individuo débil y patético, que todavía tiene mucho que aprender.
Y precisamente para eso, para aprender, fuimos al cine en septiembre. Merche eligió bien. Porque ambas películas son interesantes, bien hechas y en tanto que femeninas y feministas, profundamente humanas. La primera, "Romper el círculo" ("It ends with us") es una peli estadounidense de este año, basada en una novela del 2016 e interpretada por Blake Lively, que es guapa se mire como se mire. La peli es astuta, porque el personaje masculino es un caramelico: un neurocirujano morenazo y apasionado que regala flores.
La segunda película también nos gustó. No era necesario decirlo. Por aquí nos gusta mucho todo lo que hace Iciar Bollain. Aunque sea un biopic que no se desvía casi nada de lo que ocurrió (o de lo que supuestamente, ocurrió). De hecho, algunos le han reprochado ceñirse demasiado a los hechos. Creo que, a pesar de ello, la peli es capaz de transmitir el infierno que vive la concejala acosada.
Tan interesante como el personaje de la víctima (la guapa y ambiciosa Nevenka Fernández - Mireia Oriol -) es el del victimario (Ismael Álvarez - Urko Olazábal-). Después de verla me enteré que las escenas no han sido rodadas en Ponferrada, donde ocurrieron los hechos, sino, principalmente en Zamora. Al parecer, los que mandan en la hermosa capital del Bierzo se siguen sintiendo herederos de aquel Ismael Álvarez. En el alcalde sonriente y de ojos vivaces se reconoce a esa estirpe de caciques de la España rural que trabajan incansables, a modo de listeros o encargados, para los dos grandes partidos y para sus propias cuentas corrientes. Son los amos del territorio, conocen a todo el mundo, con todos han cenado o han celebrado algo, todos les deben algo y todos ríen cuando cuentan algo gracioso, porque son gente afable y ocurrente. Buena memoria y buen hígado. La España vieja con cara de joven, tramitando subvenciones y adjudicando obras. Siendo el jefe del corral, un Trump ibérico ¿ cómo no voy a follarme a esa niña tan mona que ha estudiado en Madrid, que tiene ganas de medrar en el partido y que, además, me pone ojitos?
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