Ir al contenido principal

La lluvia amarilla. Julio Llamazares (1)


Esta tarde asistiré a una charla que da Julio Llamazares. Así que durante las últimas noches, he releído "La lluvia amarilla", uno de mis libros preferidos.
"La lluvia amarilla" (seix-Barral, 1984) es el monólogo alucinado y alucinante del último habitante de una aldea del Pirineo aragonés. No exagero cuando digo que es la más brutal descripción de la soledad y del olvido que he leído nunca. El protagonista ve desmoronarse su mundo y su vida con cada invierno y confunde vigilia con sueño, vivos con muertos, recuerdos con pensamientos en una vorágine cruel y desesperada.
Mientras las viejas casas de Ainielle (en el Sobrepuerto del Sobrarbe) van cayendo, el protagonista (o mejor dicho, el alma del protagonista) vaga como un fantasma en un mar de hojas otoñales (la lluvia amarilla). Llamazares logra que no sepamos si el protagonista ya ha muerto o si vive su soledad durante días o durante años enteros; pero cada párrafo es sobrecogedor y terrible, como el "viento de Francia" o "la noche en los bosques del Erata".
Aunque la novela se ha convertido en uno de los iconos culturales de la lucha contra la despoblación de Aragón, el texto va mucho más allá de lo local. Es un viaje al fondo del alma, a ese sitio donde estamos solos, a ese invierno en medio del cual todos hemos estado abandonados alguna vez.

Comentarios

Ángel Miguel ha dicho que…
La lluvia amarilla es una buena novela pero, bajo mi punto de vista, no excepcional. Siendo un tema muy cercano para la gente que vivimos en peque�os pueblos, Alfambra en Teruel, no lleg� a emocionarme tanto como a otros lectores, solamente recuerdo un pasaje, cuando mata a su perro, que me impactase de tal forma que tuviera que dejar de leer por un rato. La soledad, el olvido, el desmoranamiento de los pueblos, tal vez por ser un tema tan cercano, no me abrumaron.
Est� bien pero no me parece tan buena.
Confirma la imagen que tengo de Llamazares, me recuerda a Mu�oz Molina pero con menos calidad.

Entradas populares de este blog

El secreto de Santa Vittoria.

Golpe de estado en los USA, yo no encuentro el boli, Hitler sigue matando niños en el gueto de Gaza, estas peras de San Juan no tienen ningún sabor, a Macron le pega su mujer, las materias primas se van acabando y la única receta es aumentar el presupuesto militar para la gran rapiña final. Solo nos queda la ilusión de que cuando Bildu o ERC fuercen al camarada Pedro a convocar elecciones, el año que viene, la candidata a la presidencia del gobierno sea la madrileña, a ver si se dan el gran batacazo, nos reímos mucho y ellos aprenden de una vez qué es España (y Portugal). Cuando uno envejece en tiempos tan oscuros, se aferra como un aterido náufrago a sus viejos cánones, a sus libros y pelis preferidas. Nos encerramos en nosotros mismos, en nuestras listas y en nuestros hábitos. " En tiempos de tribulación, no hacer mudanza " recomendaba el santo soldado de Loiola. Y muy arriba entre las películas de mi canon está "El secreto de Santa Vittoria" (1969). Ya se sabe qu...

Presentes

Solamente existen dos cosas: la vida y la muerte. La muerte es el segundo principio de la termodinámica, dominante, omnipresente, invencible. La vida es la lucha absurda, desesperada, contra ese principio. Es la excepción, lo heroico, la guerra que se libra sabiendo que se va a perder. La vida son los pimientos de Padrón, mi sobrino saltando las dulces olas del mar Mediterráneo, Francella haciendo de Sandoval en un juzgado oscuro de Buenos Aires, mamándose como un boludo mientras tiene ideas deslumbrantes. A veces, hay más vida y a veces, hay más muerte. Últimamente, nosotros hemos tenido algo más de lo segundo. Murió un primo de Merche de Albacete. Tenía ilusión por viajar y por hacer fotos a la vida, mientras que el cáncer lo iba derrotando, después de una guerra de cinco años de tratamientos, pruebas, dolores, experimentos, viajes a Madrid, más contra experimentos y más dolores. Pero ese hombretón y su retranca seguirán viviendo. En los mejores diálogos de Muchachada Nui está su c...

El niño que miraba al mar (Luis Eduardo Aute)

Tomás, compañero y sin embargo, amigo, me manda esta fervorosa reseña del concierto que compartimos la semana pasada: ¡Aute sigue en plena forma! Será porque nos mentalizamos para un homenaje al maestro, al que suponíamos agostado, será por envidia; pero es lo primero que me sorprendió de un concierto vibrante de música, letra y ritmo. Fue en La Rambleta, en Valencia el 28 de noviembre. Aute ya tiene 71 años, nunca ha exigido mucho a su voz y las mesas de mezclas hacen maravillas, pero todo eso no desmerece que sonó limpio e intenso. Uno no puede menos que preguntarse cuál será el secreto de su vigor, y cómo aplicárselo. Cantó las canciones de su último disco “El niño que miraba el mar” y algunas de sus discos anteriores, ya 46 años componiendo. Al final del concierto se centró en las históricas las de los 70 y 80 después de haber amagado tres veces con terminar e irse. Total 3 horas sin descanso. Se hicieron cortas. Le acompañaron tres músicos muy buenos, incluido s...