Esta tarde asistiré a una charla que da Julio Llamazares. Así que durante las últimas noches, he releído "La lluvia amarilla", uno de mis libros preferidos.
"La lluvia amarilla" (seix-Barral, 1984) es el monólogo alucinado y alucinante del último habitante de una aldea del Pirineo aragonés. No exagero cuando digo que es la más brutal descripción de la soledad y del olvido que he leído nunca. El protagonista ve desmoronarse su mundo y su vida con cada invierno y confunde vigilia con sueño, vivos con muertos, recuerdos con pensamientos en una vorágine cruel y desesperada.
Mientras las viejas casas de Ainielle (en el Sobrepuerto del Sobrarbe) van cayendo, el protagonista (o mejor dicho, el alma del protagonista) vaga como un fantasma en un mar de hojas otoñales (la lluvia amarilla). Llamazares logra que no sepamos si el protagonista ya ha muerto o si vive su soledad durante días o durante años enteros; pero cada párrafo es sobrecogedor y terrible, como el "viento de Francia" o "la noche en los bosques del Erata".
Aunque la novela se ha convertido en uno de los iconos culturales de la lucha contra la despoblación de Aragón, el texto va mucho más allá de lo local. Es un viaje al fondo del alma, a ese sitio donde estamos solos, a ese invierno en medio del cual todos hemos estado abandonados alguna vez.
Comentarios
Est� bien pero no me parece tan buena.
Confirma la imagen que tengo de Llamazares, me recuerda a Mu�oz Molina pero con menos calidad.