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La lluvia amarilla. Llamazares (2)


Tal y como tenía previsto, acudí a escuchar a Llamazares. Estaba la crema de la intelectualidad del barrio, dos o tres profesores de matemáticas y de física despistados y docena y media de chicas aspirantes a escritoras. Muchos traían su correspondiente ejemplar de "La lluvia amarilla" para la firmita. El leonés leyó un texto acerca de la creación literaria. Al principio, me pareció predecible y tópico: la novela como el arte de contar de contar mentiras, etc. Luego la cosa se fue poniendo interesante, cuando empezó a teorizar acerca de que lo importante no es la historia, sino la forma de contarla. Mejoró todavía más cuando acabó de leer y empezó a responder preguntas, o mejor dicho, a analizar su obra a la luz de las cuestiones que le plantearon. Me pareció un tipo sensato y honesto. Además me empezó a caer bien cuando dijo algo como que "no todo el mundo tiene la misma sensibilidad, hay personas que ven un pantano o un pueblo abandonado y dicen 'qué bonito!'.. no saben lo que hay debajo"
Acerca de "El arte de escribir", que era como habían titulado la conferencia, explicó que él lo hacía sin planes preconcebidos, cuidando el estilo, sin predecir el final. Contó la anécdota de que uno de los capítulos de "La lluvia amarilla", considerado la piedra angular de la novela por un "importante crítico", se le había ocurrido en un descanso, viendo en la tele un pueblo abandonado parecido a Ainielle.
Quizá lo que mejor le entendí fue lo de "El escritor elige sus libros, no a sus lectores". No solamente lo dijo porque una vez el ex-presidente Aznar declaró que Llamazares era su escritor favorito, sino porque quiso explicar que no escribió "Luna de lobos" para hacer una reivindicación de la memoria histórica sino para hablar de "hombres acosados por otros hombres", ni "La lluvia amarilla" para llamar la atención de la despoblación del mundo rural, sino para hablar de "la soledad". Aseguró que no predecía la repercusión que iba a tener este último.
Lo cierto es que para muchos aragoneses, Llamazares, no sé si a su pesar, siempre será el que escribió párrafos desgarradores de un Aragón desaparecido:
"Contemplará las ruinas, la soledad inmensa y tenebrosa del paraje. Se santiguará en silencio y esperará que los demás le den alcance. Vendrán todos esa noche: José, de Casa Pano, Regino, Chuanorús, Benito el Carbonero, Aineto y sus dos hijos, Ramón, de Casa Basa. Hombres endurecidos todos ellos por los años y el trabajo. Hombres valientes acostumbrados desde siempre a la tristeza y soledad de estas montañas (...)
Atropelladamente, con la respiración entrecortada y el pulso a punto de rompérseles, registrarán una por una las habitaciones de abajo y la despensa, la tibia -todavía- soledad de la cocina, los rincones subterráneos y sin luz de la bodega. A partir de ese instante, todo sucederá ya con rapidez de vértigo. A partir de ese instante (y después, al tratar de recordar, para contar los hechos), ninguno de ellos podrá saber ya exactamente de qué modo la sospecha dejó paso a la certeza. Porque, cuando el primero de ellos comience a subir las escaleras, todos sabrán ya seguramente, lo que aquí les esperaba desde hacía mucho tiempo. Un frío repentino e inexplicable se lo anticipará. Un ruido de alas negras batirá las paredes advirtiéndoselo. Por eso, nadie gritará aterrado. Por eso, nadie iniciará el gesto de la cruz o el de la repugnancia cuando, tras esa puerta, las linternas me descubran al fin encima de la cama, vestido todavía, mirándoles de frente, devorado por el musgo y por los pájaros"

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Recuerdo un septiembre del 87, viajaba a un congreso de empresa en bus de Valencia a Barcelona, llevaba un libro de un autor desconocido para mí, Julio LLamazares, leonés, era "La lluvia amarilla", cuando ya iba por la mitad del libro, se me inundaron los ojos y tuve que dejar de leer por el momento ante el asombro de mi compañero de asiento. Eso solo me ha pasado otra vez con un libro. Desde ese día " la lluvia amarilla" se convirtió para mí en la obra más representativa de la narrativa de la época, esa literatura que dice algo, reveladora de un mundo real, que no te deja indiferente sino todo lo contrario. Años despues hablando con Julio LLamazares, le comentaba esto mismo, y el me decía que tardó mucho tiempo en reconocer la trascedencia de lo que había escrito y aun se resistia. Un gran tipo.
p.d. ¿qué pasa que no cuelgas las bases del certamen literario? saludos miguel

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