Como indica su título, el libro trata de la burbuja inmobiliaria y del crack financiero. Pero hay truco, porque primero habla de la burbuja inmobiliaria española del período 2000-2008 y luego se pone a analizar el crack financiero mundial del 2007-2008. Y esa es la primera crítica que se le puede hacer. No queda demasiado clara la relación entre ambos. Aunque asumimos que los mercados inmobiliarios son locales y los mercados financieros globales; no explica cómo están interrelacionados. ¿En qué medida el crecimiento especulativo del precio de la vivienda en España fue financiado por los mercados globales de capital? ¿Cuánta relación hay entre la crisis global y la crisis española? Me parece que el autor no dice nada porque no sabe nada al respecto. Es que es economista.
Durante el fin de semana, me he leído este librito de divulgación económica. Debido a los excesos nocturnos, no tenía la cabeza demasiado despejada; pero aún así me ha resultado fácil de leer. Quizá demasiado fácil. Y esa es la segunda crítica que se le puede hacer al libro: peca de superficialidad, es demasiado simple, dos o tres ideas se repiten continuamente (cómo el incremento en el precio del suelo es causado por el boom, y no al revés, cómo las condiciones fiscales y financieras favorecen la burbuja y cuáles son las falacias en la cultura española de la propiedad). Al final, deja una sensación de sospechosa ligereza. Y es que me parece que el autor ha confundido niveles de lenguaje y estilos, porque tenía un blog y escribe artículos en la prensa, y en el libro hay demasiados textos y demasiados artículos reciclados de estos años. Al final todo suena a "¿véis como sí que existía una burbuja inmobiliaria? ¿véis como yo tenía razón?". Pero lo podría haber aclarado en la portada y con entrar a su blog, suficiente. Lo cierto es que yo me quería enterar de hasta cuándo van a bajar de precio los pisos de segunda mano y no me he enterado. Y es que, como se decía más arriba, el autor es economista.
Comentarios
Rafael del Barco Carreras
23-07-09. O a 0´69 el kilo. ¿Será verdad tanta felicidad? O en Almería se enriquecían hace un año, o ahora se arruinan. Para alguien de ciudad la agricultura es un mundo extraño donde lo que vale 1 llega al mercado a 10, y los agricultores siempre quejándose. No me olvidaré de un viaje Madrid-Barcelona, mi coche se deslizó en una capa de maíz vertido en la carretera hasta detenerle un muro. Uno de los manifestantes, que aguantó mi ira, encima me soltó su discurso, “si yo ya lo digo en la asamblea, como todos calculamos en menos las cosechas de un año para otro el Estado autoriza importaciones masivas y el precio local se hunde, sobra maíz”.
Como también siempre he creído que el Estado lo enmierda todo, y que el eterno principio de los agricultores (para no morir de hambre tras deslomarse) es esconder la cosecha a las mesnadas del Rey, llamé a mi aseguradora, y me dispuse a comer en el pueblo que casi me mata. La comida resultó excelente y barata, comenté con el mesonero la jugada, y conseguí continuar viaje con una chapuza en el guardabarros. Por los 40 gocé tanto de la vega del Ebro, y la despensa de mis tíos frente a la vacía de Barcelona, que pelillos a la mar.
No entraré si necesitamos más Estado o menos Estado, o más o menos control de todo. Queramos o no, al Estado lo tenemos hasta en la sopa. Tanto que si el precio del petróleo está a 60 $ barril o 140, da lo mismo, el combustible siempre sube, o con el burlesco retoque de unas décimas.
Otro de los grandes misterios, los PISOS. Si la Burbuja se hubiera producido en una economía neoliberal, como dicen, con un promedio entre el COSTE BÁSICO DE PRODUCCION Y EL PRECIO DE VENTA DE 10 A 30, o sea, un piso a la venta por 30 millones de pesetas cuesta producirlo 10, pues el 50% del terreno y alguno más son “coste-corrupción”, en este momento los atrapados empresarios por superproducción se quitarían de encima el producto a 9, 8, o como fuera. Y de eso nada, el monopolio financiero estatal (real propietario por las hipotecas) no tiene porqué vender perdiendo, el dinero le viene sobrado directamente de la máquina de imprimir billetes, y no contabilizará pérdidas. Sobran un millón de viviendas y varios millones de ciudadanos viven entre la barraca y pisos patera. Quizá la única salida es que el Estado se quede el sobrante por el importe hipotecado, solución más o menos en marcha, y reparta pisos. Los “pobres” contentos, y los enriquecidos corruptos en ese expolio a caixas y bancos, mucho más.
Ya no comentaré sobre mi recibo del agua que tras admirar las instalaciones de la desalinizadora del Prat, financiada con fondos europeos, y escuchar el proyecto de varias, me temo la inmediata subida. Hereu nos convencerá que otro 10% es indispensable para las inversiones en curso, y además, poco, comparado con otros lugares o parámetros.
Las ruedas de molino deben ir baratas porque cada día comulgamos varias.