En estas semanas de abundancias cinematográficas, me refugio en los DVDs. Anoche volví a ver este clásico, que es una peli de culto para algunos (la consideran la cima de la etapa británica de Hitchcock). A mí no me pareció que la cosa fuera para tanto, aunque hay que reconocer que uno se queda atrapado desde el principio y llega a sentir, entre broma y broma, la angustia que el protagonista, Robert Donat, siente al ser perseguido por un crimen que no ha cometido, al saberse poseedor de la única y terrible verdad.
En la larga entrevista que tuvo con Truffaut y que este publicó en forma de libro ("El cine según Hitchcock"), H. explicaba el concepto de McGuffin usando como ejemplo esta peli. El McGuffin sería un truco narrativo que justifica el resto de la historia pero que en sí mismo, no tiene demasiada importancia. Importa en tanto los personajes son capaces de vivir o morir por él. En "39 escalones", el McGuffin es un asunto de espías que uno acaba olvidando en el frenesí semicómico de las persecuciones. La peli transcurre en una Escocia en blanco y negro, de arroyos vivos y noches con niebla. Inevitablemente, tenía que acordarme de aquel viaje que hice con Javi y Leo allí hace ya muchos, muchos años.
Comentarios
-"Una máquina para cazar leones en Nueva York"
-"No hay leones en Nueva York, señor Hitchcock"
-"Pues entonces no es un McGufin"
El mejor ejemplo del McGuffin del cine actual lo podemos encontrar en Pulp Fiction, por si la anécdota anterior y la explicación de Miguel Ángel no lo habían dejado suficientemente claro.