Compré esta novela en la Feria del libro antiguo y de ocasión, atraido por la portada y por el título. Así, he aprendido que Amphytrion, en la mitología griega, fue un mortal que dio cobijo a Zeus, y este consiguió acostarse con su mujer haciendóse pasar por aquel.
Es decir, el libro va de suplantaciones. Una cadena de suplantaciones y de falsas identidades, o mejor dicho, de nuevas identidades, conforman un argumento robusto y muy interesante, que recorre la atormentada historia europea del XX.
La trama comienza en el lado imperial de la Gran Guerra y se prolonga a los años oscuros de la Alemania hitleriana y a la posterior persecución de los nazis, en la década de los 60. En cierto modo, los personajes, fantasmales, difusos, reflejan la angustiosa confusión del siglo y sus trágicas consecuencias. Una maligna mano invisible parece llevar a los hombres, incapaces de manejar su destino, a la desgracia. El ajedrez juega cierto papel importante en la historia, puesto que todos los personajes practican el juego. El evocador leitmotiv "Dios mueve al jugador y este a la pieza", en palabras de Borges, resuena en todo el texto.
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