Ir al contenido principal

Juan Pujol.


Parece que este mes va la cosa de espías, porque anoche acabé de releer un libro sobre Pujol, alias "Garbo", uno de los agentes dobles más importantes de la Segunda Guerra Mundial.
La historia de Pujol siempre nos ha parecido fascinante a mi hermano y a mí. Al parecer, por pura motivación ideológica y siendo un autodidacta en lo del espionaje, decidió colaborar con la Gran Bretaña asediada de 1941. Usando sus contactos y su libertad de movimientos en la España fascista y "no beligerante", convenció al todopoderoso Abwher alemán en Madrid de que estaba en Inglaterra, captando información útil.
Por supuesto el título del libro de Juárez es un pelín exagerado (cosas del marketing); pero de acuerdo a la versión oficial de los hechos, la contribución de Garbo a la derrota alemana en el frente occidental fue importante.
Quizá los dos aspectos que me parecen más curiosos de la historia son los siguientes: para mantener engañados a los alemanes, Pujol y su supervisor británico, Harris, inventaron una red ficticia, poblada de nacionalistas galeses, independentistas hindús y desertores belgas, que tenían su propia biografía, sus propias motivaciones y cobraban su soldada. Vidas inventadas, fantasmas reales, mejor que cualquier novela.
La segunda cuestión interesante es la lucha ideológica que se desarrollaba a cada momento y en cada lugar, y especialmente, en las mentes de los espías. Aparentemente, la democracia parlamentaria ganó la guerra; pero después se descubriría que alguno de los más heróicos (y flemáticos) agentes de su Majestad, como Philby o Burguess, que aparecen también en el libro, eran comunistas convencidos y que habían trabajado durante años para el lejano Kremlin.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El secreto de Santa Vittoria.

Golpe de estado en los USA, yo no encuentro el boli, Hitler sigue matando niños en el gueto de Gaza, estas peras de San Juan no tienen ningún sabor, a Macron le pega su mujer, las materias primas se van acabando y la única receta es aumentar el presupuesto militar para la gran rapiña final. Solo nos queda la ilusión de que cuando Bildu, ERC o Pueyo, el de Fonz, fuercen al camarada Pedro a convocar elecciones, el año que viene, la candidata a la presidencia del gobierno sea la madrileña, a ver si se dan el gran batacazo, nos reímos mucho y ellos aprenden de una vez qué es España (y Portugal). Cuando uno envejece en tiempos tan oscuros, se aferra como un aterido náufrago a sus viejos cánones, a sus libros y pelis preferidas. Nos encerramos en nosotros mismos, en nuestras listas y en nuestros hábitos. " En tiempos de tribulación, no hacer mudanza " recomendaba el santo soldado de Loiola. Y muy arriba entre las películas de mi canon está "El secreto de Santa Vittoria" (...

Presentes

Solamente existen dos cosas: la vida y la muerte. La muerte es el segundo principio de la termodinámica, dominante, omnipresente, invencible. La vida es la lucha absurda, desesperada, contra ese principio. Es la excepción, lo heroico, la guerra que se libra sabiendo que se va a perder. La vida son los pimientos de Padrón, mi sobrino saltando las dulces olas del mar Mediterráneo, Francella haciendo de Sandoval en un juzgado oscuro de Buenos Aires, mamándose como un boludo mientras tiene ideas deslumbrantes. A veces, hay más vida y a veces, hay más muerte. Últimamente, nosotros hemos tenido algo más de lo segundo. Murió un primo de Merche de Albacete. Tenía ilusión por viajar y por hacer fotos a la vida, mientras que el cáncer lo iba derrotando, después de una guerra de cinco años de tratamientos, pruebas, dolores, experimentos, viajes a Madrid, más contra experimentos y más dolores. Pero ese hombretón y su retranca seguirán viviendo. En los mejores diálogos de Muchachada Nui está su c...

El niño que miraba al mar (Luis Eduardo Aute)

Tomás, compañero y sin embargo, amigo, me manda esta fervorosa reseña del concierto que compartimos la semana pasada: ¡Aute sigue en plena forma! Será porque nos mentalizamos para un homenaje al maestro, al que suponíamos agostado, será por envidia; pero es lo primero que me sorprendió de un concierto vibrante de música, letra y ritmo. Fue en La Rambleta, en Valencia el 28 de noviembre. Aute ya tiene 71 años, nunca ha exigido mucho a su voz y las mesas de mezclas hacen maravillas, pero todo eso no desmerece que sonó limpio e intenso. Uno no puede menos que preguntarse cuál será el secreto de su vigor, y cómo aplicárselo. Cantó las canciones de su último disco “El niño que miraba el mar” y algunas de sus discos anteriores, ya 46 años componiendo. Al final del concierto se centró en las históricas las de los 70 y 80 después de haber amagado tres veces con terminar e irse. Total 3 horas sin descanso. Se hicieron cortas. Le acompañaron tres músicos muy buenos, incluido s...