Pronto se cumplirán dos años de la quiebra de Lehman Brothers. Muchos consideran ese momento (el 15 de septiembre de 2008) el hito de la crisis subprime. En aquellos meses la percepción general era que la causa fundamental del crack había sido el programa de desregulación global que los neocons anglosajones habían conseguido implantar a lo largo de los 80 y los 90. La opinión común era que había que llevar a cabo un contraproceso de rearme de los estados nacionales y de las instituciones de control. Es decir, que había que reformar el capitalismo liberal.
Dos años después, las ideas dominantes han cambiado. Ahora el punto de vista hegemónico vuelve a ser: "contra la crisis, más mercado". De hecho, varios estados nacionales de la zona central del sistema (España, Francia, Italia) liberalizan su mercado laboral o aplican recetas liberales para cumplir las consignas de los mercados financieros internacionales. ¿Qué ha pasado en estos dos años? ¿En qué momento nos engañaron? ¿Quién decide cuál es la opinión dominante? Quizá para recomponer nuestros esquemas de análisis tendríamos que volver a algún momento previo, a lo que se pensaba del sistema antes de la crisis.
Reflexionando sobre este tema, me encontré en los armarios del pueblo este libro de la colección "Libros de encuentro" de la organización Intermón Oxfam. El libro tiene dos partes diferenciadas. La primera es una autobiografía del autor, que hizo el típico recorrido intelectual y personal de muchos estudiantes latinoamericanos: el descubrimiento de la pobreza de sus compatriotas, el enojo, el antiamericanismo, la subversión, la antisubversión, la tortura en las instalaciones militares, el exilio, el descubrimiento de la economía planificada y su posterior fracaso. Ese recorrido intelectual justifica la segunda parte del libro, en donde el autor hace hincapié en la necesidad de liberarse de los corsés ideológicos y de investigar las condiciones concretas de cada lugar. En la línea de Amartya Sen, Dowbor analiza las razones del éxito o del fracaso de muchas de las iniciativas económicas en las que participó como consejero o como profesor. Usa para ello un equipo de herramientas casi desconocidas para la economía ordinaria: conceptos como red, legimitidad o tiempo social. Recomendado para heterodoxos.
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