Vayamos con la segunda comedia, que vimos en el cine.
Casi todas nuestras opiniones se ven influidas por la importancia que le demos al concepto "clases sociales". Para algunos, la existencia de las clases lo explica todo o casi todo en nuestra sociedad. Y reducir las desigualdades entre esas clases se convierte en la misión de sus vidas. Muerto Dios, inventemos nuevas religiones.
Aunque no soy practicante, soy creyente. Y a veces, rezo: "Freeman and slave, patrician and plebeian, lord and serf, guild-master and journeyman, in a word, oppressor and oppressed, stood in constant opposition to one another, carried on an uninterrupted, now hidden, now open fight.. " Si a esto añadimos que también soy ajedrecista; pues resulta evidente que esta comedia recién estrenada me tenía que gustar bastante.
Para otros, todo eso de las diferencias y las injusticias y la avería del ascensor social es el aburrido berrinche de los vagos. Ya saben ustedes,"yo no veo ni pobres ni ricos, yo solo veo españoles". Cambien como quieran el color de la banderita, que hay muchas. A los de este párrafo, no les gustará la peli. Vayan a ver una americanada, que la entrada y las palomitas cuestan lo mismo.
La peli se basa en una historia real: el profesor Enrique Sánchez del colegio público Marcos Frechín del barrio de Las Fuentes de Zaragoza consiguió que sus alumnos fueran campeones de España de ajedrez escolar en 2018. El triunfo recibió cierta atención mediática porque se trataba de un pequeño colegio público de un barrio considerado tradicionalmente como "humilde" y "obrero". Y supongo que algunos periodistas asocian al ajedrez a cierta clase de élite social, educada y sobrealimentada.
Han sustituido al profesor por Alexandra Jiménez, quizá la mejor actriz cómica de la actualidad. Le han puesto de hermana a la gran María Adánez. Y también sale Miguel Rellán. Y en lugar de niños de primaria espabilados, los de la extraescolar son una panda de gamberrotes peludos que fuman porros, rapean en peleas de gallos y están en la ESO por que es O. A través del ajedrez y de mucho buenismo, la profe consigue reformar a las chonis y a los canis. Y además, ganan el campeonato de España que se celebra en el colegio privado madrileño que dirige el imbécil de su ex, interpretado por Alain Hernández. Pronto le llamarán para hacer una película sobre Rubiales y su piquito.
Una de las mejores cosas del ajedrez es ganar. Y más todavía, si les ganas a los niños pijos que miran por encima del hombro a esta colección de perdedores con pendientes y tatuajes. Como ven, la cosa es bastante previsible, tan previsible que ya se hizo una peli con el mismo argumento en los EEUU: "Critical thinking".
El principio es poderoso, luego la risa decae un poco. Pero como uno ya se ha puesto de parte de los chavales zaragozanos, casi todo funciona bien en esta comedia. El ajedrez está correctamente tratado, aunque como ajedrecista, yo hubiera metido alguna cosa más. Se supone que los chavales juegan a bastante nivel. Para acabar de alegrarme la tarde, alguno de ellos tiene acento aragonés y salen camisetas del Zaragoza. Y en la banda sonora, suena, honesta y hermosa, como siempre, la voz de Amaral cantando "ZGZ". Como ven, las banderitas asoman por todas partes. También las mías.
Me gustaría creer que esos que tienen la rojigualda en los balcones son furibundos partidarios de la educación y de la sanidad pública españolas. Pero me temo que no. La educación pública es una de las principales herramientas para acercarnos a la igualdad de oportunidades. Esa hermosa utopía. Pero muchos, incluso desde dentro de ella, aspiran a privatizarla. Acabaremos en el sálvese quien pueda. Después de salir del cine, me puse a buscar en la memoria una peli seria que vi hace mucho tiempo. La idea es la misma que en "Menudas piezas" o "Critical thinking".
Como en la memoria no salía, he encontrado en Bing que se trataba de "Stand and deliver", estrenada en España como "Lecciones inolvidables". El protagonista era Edward James Olmos, el gran teniente Castillo de "Miami vice". Interpretaba a un profe de matemáticas que da clase en un instituto de uno de los muchos guetos latinos de Los Ángeles. Como los chavales de Zaragoza, los hispanos pierden el tiempo y tontean con las drogas y la delincuencia. Ninguno aspira a ir a la universidad ni a mejorar su vida. Eso son cosas para blancos. Pero el profesor consigue que algunos de ellos se interesen por el cálculo y el álgebra y progresen. En "Menudas piezas", para motivar a los chicos, la profe usa una frase de su padre, un viejo ajedrecista ciego e izquierdoso: "Delante de un tablero de ajedrez todos somos iguales". En "Lecciones inolvidables" el profesor les grita a sus alumnos algo así como: "cuando en Europa todavía se limpiaban el culo con las manos, vuestros antepasados ya habían descubierto el cero". Todavía me emociono al recordar esa frase.
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