Ir al contenido principal

Encuentro con el Otro.


El último libro del gran Ryszard Kapuscinski no trae recuerdos de sus viajes a terribles guerras postcoloniales, ni reportajes sobre África o sobre Centroamérica. Se trata de una breve recopilación de conferencias del célebre periodista polaco acerca de lo que él llama "el Otro": el extranjero, el diferente, el "que no es como yo".
Una vez más, pienso lo acertado que fue el que le concedieran el Premio Príncipe de Asturias en el 2003. Parece que además de dárselo a deportistas profesionales, también se lo dan de vez en cuando a humanistas. Y en un ejercicio profundamente humano, Kapuscinski indaga en las múltiples dimensiones de la "otredad". El "otro", especialmente cuando no es un occidental, nos enseña mucho de nosotros mismos: actúa como espejo, como baremo de nuestra personalidad, de nuestra capacidad para el
diálogo. Kapuscinski llegó al concepto de "otro" al descubrir que, a su vez, él era también un "otro", especialmente, fuera de Europa. "aquel que encontré en los poblados indios de Bolivia, entre los nómadas del Sahara, entre las multitudes que lloraban en Teherán la muerte de Jomeini".
Europa tardó siglos en descubrir que "los otros" no eran "hordas de haraganes improductivos e impredecibles, sino personas que vivían en el seno de unas culturas desarrolladas, con estructuras y jerarquías de lo más refinadas y complejas".
En estas conferencias, Kapuscinski cita a su admirado Heródoto (hace algunos años, leí su obra "Viajes con Heródoto"). También cita a dos filósofos que no conozco: Lévinas y Tischner. Descubro con placer que además nombra a uno de los autores que más me han hecho reir: Barley y su maravilloso libro "El antropólogo inocente". Ahora me viene a la mente, al respecto de la multiculturalidad y el descubrimiento del "otro" una peli que creo que no se ha valorado lo suficiente: "Los dioses deben de estar locos" de Jamie Uys

Comentarios

Entradas populares de este blog

El correo

Noto, con cierto sentimiento de culpa, que no he publicado nada en dos meses. Agosto y septiembre se fueron casi sin dejar huella, como unos ladrones astutos, como un amante canalla, que no se queda a desayunar. La guerra perdida contra el tiempo que solamente los héroes verdaderos saben ganar. Yo no soy ningún héroe, solo aspiro a sacudirme la pereza. Me obligo a retomar el blog y para ello, reseñaré las últimas pelis que hemos visto.  "El correo" (2024), de Daniel Carpalsoro cuenta la historia de un chaval de Vallecas, un bigardo espabilado que se dedica a transportar dinero en efectivo desde la España milagrosa a las bancos y joyerías belgas, donde lo lavan y lo dejan hecho un primor de blancura. Ya sé que dicho así, suena a la trilogía "Transporter" de Jason Statham; pero Carpalsoro ha sido honesto. Ha hecho una cosa entretenida y sin pretensiones.  El primer acierto de la película es el ritmo. Del inicio al fin, las cosas ocurren porque sí, porque estamos vivos...

La sospecha de Sofía

Merche no aguanta demasiado tiempo en casa. Acabábamos de volver del Teruel de Teruel; pero insistió en ir al cine. Nos comimos unos bocatas con poca gracia y entramos a la vacía sesión de las 22:30. Soy un facilón. La película se basa en la novela homónima de Paloma Sánchez-Garnica. Es una historia de espías y de gemelos que se intercambian. Y como decorado, la España de los 60 y la Alemania Oriental. Da la sensación de que a alguien, en algún despacho madrileño de esos donde se manejan los dineros para lo de la cultura y el postureo, le gustó mucho la novela. Y le apeteció una película con mensaje sutil: Franco era malo; pero los comunistas aún eran peores. Y una vez más, ha quedado demostrado que no siempre sale una peli digerible de una novela que se vendió bien.  Es lo que tienen las historias de gemelos, que son difíciles de creer.  Siguiendo con obras maestras, me viene a la memoria una de las últimas películas protagonizadas por mi paisano Paco Martínez Soria y diri...

Presentes

Solamente existen dos cosas: la vida y la muerte. La muerte es el segundo principio de la termodinámica, dominante, omnipresente, invencible. La vida es la lucha absurda, desesperada, contra ese principio. Es la excepción, lo heroico, la guerra que se libra sabiendo que se va a perder. La vida son los pimientos de Padrón, mi sobrino saltando las dulces olas del mar Mediterráneo, Francella haciendo de Sandoval en un juzgado oscuro de Buenos Aires, mamándose como un boludo mientras tiene ideas deslumbrantes. A veces, hay más vida y a veces, hay más muerte. Últimamente, nosotros hemos tenido algo más de lo segundo. Murió un primo de Merche de Albacete. Tenía ilusión por viajar y por hacer fotos a la vida, mientras que el cáncer lo iba derrotando, después de una guerra de cinco años de tratamientos, pruebas, dolores, experimentos, viajes a Madrid, más contra experimentos y más dolores. Pero ese hombretón y su retranca seguirán viviendo. En los mejores diálogos de Muchachada Nui está su c...