Ir al contenido principal

Aritmética emocional (P. Barzman,2007)


Después de esperar en vano durante varias semanas la reseña que iba a hacer mi novia sobre esta peli que vimos juntos, la tengo que hacer yo (que dura es la vida del blogger!). Quizá el tiempo transcurrido me aclare un poco la opinión sobre esta película inusual. Al salir del cine, no tenía nada claro si me había gustado o no.
Trata el encuentro de 3 personas que coincidieron en Drancy, uno de los campos que la Francia colaboracionista organizó para agrupar a los judíos y enviarlos a los mataderos nazis. Max Von Sidow era el mayor de ellos e hizo de protector de los otros dos (unos niños entonces): Susan Sarandon y Gabriel Byrne. No se han visto desde hace 40 años; pero aquella tragedia marcó sus vidas y las sigue condicionando. Plummer hace de marido de Sarandon. La ha protegido de sus miedos y de las horrorosas sombras del pasado; pero no puede evitar que ese pasado vuelva con el
reencuentro.
La peli pretende responder a las preguntas de hasta qué punto se pueden cerrar las heridas, de cuánto podemos escapar del pasado. El problema es que la historia se queda ahí (quizá porque no pueda ir más allá) y acaba dando vueltas sobre sí misma y no se resuelve. Me da la impresión de que el director no está a la altura del excelente reparto. Así que tiene que huir hacia un ejercicio esteticista (inolvidables las escenas de la Sarandon en un entorno natural precioso, las costas de Quebec, o de la lluvia mojando sus diarios y anotaciones sobre Drancy).

Comentarios

Entradas populares de este blog

El secreto de Santa Vittoria.

Golpe de estado en los USA, yo no encuentro el boli, Hitler sigue matando niños en el gueto de Gaza, estas peras de San Juan no tienen ningún sabor, a Macron le pega su mujer, las materias primas se van acabando y la única receta es aumentar el presupuesto militar para la gran rapiña final. Solo nos queda la ilusión de que cuando Bildu, ERC o Pueyo, el de Fonz, fuercen al camarada Pedro a convocar elecciones, el año que viene, la candidata a la presidencia del gobierno sea la madrileña, a ver si se dan el gran batacazo, nos reímos mucho y ellos aprenden de una vez qué es España (y Portugal). Cuando uno envejece en tiempos tan oscuros, se aferra como un aterido náufrago a sus viejos cánones, a sus libros y pelis preferidas. Nos encerramos en nosotros mismos, en nuestras listas y en nuestros hábitos. " En tiempos de tribulación, no hacer mudanza " recomendaba el santo soldado de Loiola. Y muy arriba entre las películas de mi canon está "El secreto de Santa Vittoria" (...

Presentes

Solamente existen dos cosas: la vida y la muerte. La muerte es el segundo principio de la termodinámica, dominante, omnipresente, invencible. La vida es la lucha absurda, desesperada, contra ese principio. Es la excepción, lo heroico, la guerra que se libra sabiendo que se va a perder. La vida son los pimientos de Padrón, mi sobrino saltando las dulces olas del mar Mediterráneo, Francella haciendo de Sandoval en un juzgado oscuro de Buenos Aires, mamándose como un boludo mientras tiene ideas deslumbrantes. A veces, hay más vida y a veces, hay más muerte. Últimamente, nosotros hemos tenido algo más de lo segundo. Murió un primo de Merche de Albacete. Tenía ilusión por viajar y por hacer fotos a la vida, mientras que el cáncer lo iba derrotando, después de una guerra de cinco años de tratamientos, pruebas, dolores, experimentos, viajes a Madrid, más contra experimentos y más dolores. Pero ese hombretón y su retranca seguirán viviendo. En los mejores diálogos de Muchachada Nui está su c...

El niño que miraba al mar (Luis Eduardo Aute)

Tomás, compañero y sin embargo, amigo, me manda esta fervorosa reseña del concierto que compartimos la semana pasada: ¡Aute sigue en plena forma! Será porque nos mentalizamos para un homenaje al maestro, al que suponíamos agostado, será por envidia; pero es lo primero que me sorprendió de un concierto vibrante de música, letra y ritmo. Fue en La Rambleta, en Valencia el 28 de noviembre. Aute ya tiene 71 años, nunca ha exigido mucho a su voz y las mesas de mezclas hacen maravillas, pero todo eso no desmerece que sonó limpio e intenso. Uno no puede menos que preguntarse cuál será el secreto de su vigor, y cómo aplicárselo. Cantó las canciones de su último disco “El niño que miraba el mar” y algunas de sus discos anteriores, ya 46 años componiendo. Al final del concierto se centró en las históricas las de los 70 y 80 después de haber amagado tres veces con terminar e irse. Total 3 horas sin descanso. Se hicieron cortas. Le acompañaron tres músicos muy buenos, incluido s...