Con tan buenas críticas y tantos premios, tenía miedo de que la quitaran de cartel, así que en la tarde del Viernes Santo, he ido a ver la última de Haneke.
"La cinta blanca" es un esbozo de respuesta a una vieja pregunta, omnipresente en la cultura europea: ¿dónde está el origen del mal? Y una de las muchas caras del mal, en nuestro mundo contemporáneo son las dos guerras mundiales y el militarismo y el fascismo que fueron sus principales causantes.
Haneke, en una película coral, en blanco y negro, muestra al juicio del espectador un pueblo del norte de Alemania, en los años previos al atentado de Sarajevo. Varias capas subyacen en la historia: el sistema feudal prusiano, el dogmatismo protestante y la obsesión por el pecado, que empapa una sociedad que esconde odios y envidias. Una opresiva sensación de maldad reina en el pueblo y se manifiesta en extraños sucesos, muchos de los cuales son símbolos de lo que ocurriría en la historia de los siguientes 30 años. Ya había encontrado esa sensación de maldad, autorreproductiva y perpetua y referida al mismo capítulo de la historia europea, en el libro que comenté en mi entrada anterior "Amphytrion".
Sin embargo, algo dentro de mí, se rebela ante la aparente imposibilidad de vencer a ese mal destructivo e inevitable, que ha reinado y reina en la historia de Occidente.
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