Para zaherir a un compañero de trabajo, licenciado en filosofía, a veces le pregunto cómo se puede hacer filosofía sin ser físico cuántico. En realidad, soy yo mismo el objeto de mis pullas, ya que me gustaría saber algo de física cuántica (y de filosofía!). Así que estos días he releído este librillo de divulgación que andaba por mi biblioteca del pueblo. Aunque no sé si he entendido algo.
El subtítulo del libro: "¿existe el mundo?" deja claro que tratar de física cuántica es tratar con la naturaleza misma de la realidad y con la posibilidad del conocimiento, es decir, las eternas preguntas de la filosofía.
Los primeros capítulos traen una descripción bastante asequible al aficionado de algunos de los resultados y discusiones básicas de la disciplina:
a) el descubrimiento de Planck (1900) de la discontinuidad en el ámbito de la irradiación.
b) la explicación cuántica del fenómeno fotoeléctrico en el annus mirabilis de Einstein (1905).
c) el modelo del paquete de ondas de De Broglie (1923) y la ecuación de Schrödinger (1926).
d) el modelo matricial y el principio de indeterminación de Heisenberg (1927).
c) la paradoja EPR y la experiencia de Aspect.
d) la popular paradoja del gato de Schrödinger.
Y a partir de estos resultados, se establecen las discusiones sobre el papel que juega la "conciencia" en la determinación de la realidad y sobre las conexiones entre la física cuántica y otros modos de conocimiento (como la parapsicología o las religiones). En ese sentido, los autores no son nada amables con el famoso libro "El tao de la física" de Capra. El debate se estructura en base a los llamados idealistas: "es imposible dar una descripción satisfactoria de los fenómenos atómicos sin hacer referencia a la conciencia" (Winger, 1961) y a los llamados materialistas: "el mundo de las partículas existe, aun cuando no lo observemos y se comporta exactamente como lo dice la física cuántica. La cuestión es que la realidad física en el nivel cuántico no puede definirse en los términos clásicos como intentaron hacerlo Einstein, Podolsky y Rosen... Esto no hace del mundo cuántico algo menos real que el mundo clásico y nos enseña que la realidad de la experiencia ordinaria en el mundo es sólo una pequeña parte de lo que es". (Rohrlich, 1983).
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