Ir al contenido principal

Las mentiras de Ulises: la lógica y las trampas del pensamiento.


"Metaphysica sunt, non leguntur"
Era una cálida noche en Sevilla, discutía con un amigo sobre la fe y la existencia de Dios. Mi amigo, ingenuamente, citó los llamados "argumentos ontológicos" que aspiran a "demostrar" la existencia de Dios mediante la "razón". Esos argumentos se basan en una tautología: lo creado necesita un creador. Para mi amigo, formado en una prestigiosa universidad católica del norte de España, San Agustín seguía siendo lo último en lógica argumentativa. Por desgracia para mi buen amigo y para muchos otros creyentes bienintencionados, esos argumentos y en general, toda la escolástica, quedaron refutados y arrinconados hace mucho tiempo. Eso sí, la humanidad necesitó siglos para ser capaz de deslindar lo que había de razonable y lo que había de mera palabrería en el monumental edificio de la lógica y de la filosofía occidental.
Y eso me recordó un libro muy recomendable que viajó muchas veces desde las estanterías de la biblioteca a mi mesilla de noche y que nunca se dejaba acabar. El libro es "Las mentiras de Ulises" del matemático, lógico y divulgador italiano Odifreddi. Aunque aparentemente, se trata de una mera historia de la lógica, la perspicacia y la capacidad analítica de Odifreddi lo convierten en un libro imprescindible para quienes quieran conocer algo más acerca de la lógica y del pensamiento. Recorre la lógica aristotélica, la escolástica, la obra de Leibniz y los principales hallazgos del siglo XX (Russell, Gödel, Wittgenstein, Tarski, etc...). Por supuesto, estos últimos capítulos eran un poco grandes para mi pequeño cerebrito.
El autor hace numerosas aclaraciones etimológicas (no en vano, la logica es la ciencia del pensamiento tal y como se expresa a través del lenguaje, es decir, a través de las palabras). Además, trata las anécdotas históricas con un fino sentido del humor que convierte a algunas páginas en divertidísimas: "Un teólogo racional digno de este nombre debería tener, pues, el valor intelectual de proponer como lema intelligo ut credam (entiendo para creer) y rechazar creer en aquello que no (se) entiende. Así hizo Abelardo, que, al ser un lógico, entendía ciertas cosas. Y también debía entender otras, porque en 1119 dejó encinta a una bella adolescente llamada Eloísa, que le había sido confiada para que la educase, aunque en otros saberes. Al tutor de la muchacha no le agradó el cambio de plan de estudios y los obligó a casarse, cosa que el novio quiso mantener en secreto para no estropear su carrera académica. Así que estropeó otra, porque el tutor lo hizo emascular: una especie de contrapaso, dado que precisamente a Abelardo se debe la introducción del término "cópula" en la lógica".

Comentarios

Entradas populares de este blog

Tintalibre:

Nuestro “Fin de Régime” está siendo, como casi todo en esta estepa, lento y tranquilo, un poco provinciano, un poco hortera, aunque nos las demos de postmodernos.  Aquí no hay Rasputines montando a la zarina, sino el pequeño Nicolás haciéndose selfies con la lideresa y el presidente. Pero todo está cayendo, inexorablemente. Se cae de viejo y de podrido. Son les branques de l’arbre de Pujol. Y se va cayendo todo el sistema del 78. Quizá, al final se acelere el proceso y la cosa deje de ser tan tranquila. La sociedad va descubriendo que no solo era el bipartidismo, sino que los medios de comunicación que sustentaban el entramado de las mamandurrias también se han quedado viejos e inservibles. Enternecedor el “yo no soy un político” del director de La Razón, Marhuenda, ese señor tan rarito y con tantos intereses políticos y económicos, que va a las tertulias a hacer de derechoso leído y digno. Siguen ciegos ante lo que está ocurriendo. Desde hace un año, ya no le...

"Romper el círculo" y "Soy Nevenka"

Después de la tormenta asesina y de la guerra civil en los Estados Unidos, volvemos a la pequeña política de nuestra aldea pequeña.  Parece que el errejonazo fue hace mucho tiempo; pero la dimisión del muchacho solo fue hace un mes. Con ese escándalo, quizás se cierra el ciclo que se inició en enero del 2020. Por primera vez en la historia de la España contemporánea, la izquierda se sentaba en el Consejo de Ministros. Pero los círculos no habían tenido tiempo de cuajar, las cloacas, a modo de sistema inmunológico del Estado, hacían su incansable labor de zapa, y además, llegaron una pandemia, un volcán, la tercera guerra mundial y las tonterías de profe de universidad del gran líder, que huyó un año después. Dejaba como albaceas a un equipo de funcionarios mas rositas que rojos y el encargo de tomar el cielo por asalto a unos muchachos con amplio vocabulario postmarxista pero con las paticas cortas y flojas. Los herederos hicieron lo que pudieron para obligar al pillo de Pedro Sán...

El último concierto.

¡Ay de aquel que nunca haya tenido ninguna afición! ¡Pobre del que nunca se haya esforzado para dominar algún arte! El que nunca haya intentado dibujar, cantar, tocar un instrumento, actuar, cocinar o jugar al ajedrez no sabe lo que se ha perdido. Y digo intentar, porque en el intento es donde está la sal que hace la vida más feliz. Y los más felices entre los mortales son aquellos que el arte ha hecho suyos: los artistas, los profesionales, los que han dedicado una vida entera a un oficio creativo. Los que han sido siempre prisioneros. En su esclavitud quizá han sido libres, luminosos.   “A late quartet” trata sobre ellos. Sobre los profesionales muy cualificados: un cuarteto de cuerda en el final de su historia. Cuando tiene que parar la música y salen los demonios que llevan dentro. Zilberman narra todo esto con sutilidad e inteligencia. Aunque la peli tiene algunos altibajos, valió la pena ir a la sesión golfa de los D’Or.