El MUVIM (Museu Valencià de l'Il.lustració i la Modernitat) es uno de los museos más interesantes de la ciudad de Valencia. He ido tres o cuatro veces y siempre me ha gustado lo que he visto. En los últimos días, ha sido noticia porque en una exposición de fotografías de actualidad, varias fotos fueron retiradas por órdenes superiores. El listillo del apparatchik que dio la orden la ha cagado bastante: ahora todos hemos visto las fotos, el director del museo ha dimitido y creo que ayer hubo hasta un mani de airados artistas y fotógrafos.
Las fotos, en sí mismas, no son gran cosa, simplemente reflejos de la vida política valenciana del último año. Lo interesante del asunto es que el hecho es un síntoma más de la degradación de esa vida pública. Cuando alguien está en el poder mucho tiempo, independientemente de la validez de su proyecto político o de su apoyo electoral, deja de analizar los hechos en clave política. Para la nomenklatura, cualquier acción de poder se convierte en un hecho natural, indiscutible, en tanto que entiende que el poder le corresponde per sé, independientemente de lo que haga, diga o permita decir. Seguramente, el censor ni se planteó que pudiera haber alguna clase de reacción. Es lo que ocurre cuando llevas doce o quince añitos en el pesebre.
Y los síntomas de esta gangrena, de esa falta de agilidad de la nomenklatura son contínuos: hace poco uno de los comisarios políticos de la tele pública fue acusado de acoso sexual, a todas horas se intimida al Síndic de Comptes (Ombudsman valenciano) para que deje de reclamar una mínima rendición de cuentas, en las cercanas fallas pocas comisiones se atreverán a plantar algún ninot que haga referencia al caso Gürtel, etc, etc, y cada día más gente en el paro y más pequeños empresarios arruinados... Estamos al borde del abismo y nuestros grandes y honorables líderes van a dar un salto hacia adelante.
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