Entrada dedicada a mi viejo amigo Enrique, que cumple años hoy.
Los aliados estaban muy ocupados en la llamada Bolsa de Falaise, así que De Gaulle decidió forzar los acontecimientos. Necesitaba reescribir la historia y debía parecer que Francia se liberaba a sí misma. Alentó la insurrección parisina del 13 de agosto, que seguramente, tuvo más importancia psicológica que puramente militar. Y ordenó al general Lecrerc que ignorara cualquier orden angloamericana de pararse o de esperar. Así que el capitán Dronne, a cargo de la famosa 9.ª Compañía de Reconocimiento, conocida como "La Nueve", en castellano, se lanzó con sus cuatro carros M4 Sherman y sus 144 españoles hacia el interior de París a toda velocidad. El 24 de agosto de 1944, a las 21:22, el teniente Amado Granell, de Burriana, llegó con sus hombres al edificio del Ayuntamiento y enlazó con la Resistencia. Al día siguiente, el estado mayor alemán, incluyendo al general von Choltitz, se rindió al sevillano Francisco Sánchez, al aragonés Antonio Navarro y al extremeño Antonio Gutiérrez. La historiografía oficial francesa olvidó pronto estos nombres. Ni los rojos españoles ni los negros de las colonias quedaban bien en las fotos heroicas. En España, los que ahora llevan rojigualdas en las mascarillas y en las pulseras no los conocen ni los conocerán nunca. Su patria es otra y sus héroes son más oscuros y desagradables.
Pero yo no puedo evitar emocionarme con las gestas de aquellos vencidos, de aquellos que lo habían perdido todo y que por eso, no tenían nada que perder. Ya hemos hablado de ellos aquí, en el libro de Mesquida o en el cómic de Roca o en la peli sobre Mathausen Aquellos hombres que pensaban con pena que si hubieran tenido esas armas tan buenas 7 años antes, quizá España no hubiera sido derrotada. Aquellos ingenuos que pensaban que después de Mussolini, de Hitler, de Palevic y de Quisling, le tocaría a Franco. Les engañaron. Si hay algún nacionalismo justo, que lo dudo, supongo que debe ser emocionarse con los derrotados, con tus derrotados. Quizá, lo que más me impresiona es lo cabrona que fue Francia con aquellos exiliados, que luego lo darían todo por ella. El dibujante Aurélien Froment (Aurel) lo cuenta en esta peli de dibujos animados, sobre el exilio del dibujante y pintor Josep Bertolí. Escapó de los infames campos de internamiento de los refugiados y pudo huir al Norte de África y de allí a México y a Estados Unidos. Los de las rojigualdas en los balcones no entenderán nunca que esta es una de las mejores historias sobre su patria, aunque esté en francés y en catalán.
Comentarios
Después de leer la crítica de un tema que me apasiona tanto solo me queda ver Josep.
Un saludo.
Vallisoletano, se unió al golpe nazi del 36 desde Zaragoza. Una prenda. Luego nos lo colocaron de Gobernador aquí. Quién sabe, igual hasta le gustaban las Fallas.
El otro día visitamos la parada de metro. Es impresionante ver lo que hay debajo de la calle que has recorrido 5000 veces yendo al Mercadona o sobre todo maldiciendo mientras buscas dónde aparcar. Está decorada con un bonito mural del limitado pero efectivo y exitoso Paco Roca. Está bien, va desde los cuarenta hasta el día de hoy. Me pregunto qué habría tenido previsto el Paco que designó la grandiosidad (claramente excesiva) de esa estación. Camps, claro. No sé... dibujos de Rita, Ecclestone y Julio Iglesias?