Como este fin de semana, no he visto ni leído nada, recurro a las reseñas que me envía Angel Miguel, desde "el mundo rural", como él dice.
"Soldados de Salamina": Durante años no quise leerme el libro porque la película de David Trueba me había pegado muy fuerte, pero después de pensarlo me he dado cuenta de que la película no es perfecta, de que incluso tiene secuencias que no aportan nada, que sobran, por ejemplo todas las relacionadas con el estudiante mexicano (Diego Luna), lo que realmente me impactó fue Ariadna Gil, el caudal de sentimientos que recrea en la pantalla, su magnetismo personal, también las escenas que cuentan la
historia de Sánchez Mazas y la visita final a Miralles.
El libro es más redondo que la película. Está estructurado en tres partes que podrían ser en sí mismas tres historias cortas y que, además, enlazan muy bien entre sí. En la primera Cercas nos cuenta que le llevó a escribir la novela, en la segunda la historia de Sánchez Mazas y en la tercera la entrevista con Miralles. La novela no tiene puntos flacos pero compararla con la película no tiene sentido porque el protagonista no es el mismo, Ariadna Gil crea una historia diferente.
"La velocidad de la luz". Me ha gustado mucho menos que "Soldados de Salamina", si bien las dos primeras partes de la novela están bien y recrean el método narrativo de la anterior, en la tercera y cuarta parte Cercas recurre a trucos muy manidos para continuar la narración, deja de ser original, pierde su encanto, se aleja de la novela de no ficción, que era en su comienzo. Lo bueno para Cercas es que, si bien la novela está mal acabada y es peor que la anterior, con sus trucos hace más
fácil y comercial el guión cinematográfico.
Como extra te contaré que he escuchado el directo de Joaquín Sabina y J.M. Serrat. No me ha gustado. Serrat no es santo de mi devoción precisamente y además las canciones que interpretan en el disco, en su mayoría, no me gustan nada, y luego las de Sabina tampoco son la leche, además cantadas por Serrat me parecen horribles. El guiño de
empezar y acabar el concierto como en el mítico directo de Joaquín Sabina y Viceversa me resultó un sacrilegio. Por último un directo con dos artistas debería ser algo más que cantar cosas a dúo o una estrofa cada uno, debería haber más interacción entre los dos.
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