El domingo, vimos en el canal temático TCM, "El hombre que nunca estuvo allí", de mis dioses cinematográficos particulares, los Coen.
Ya la vi en su estreno y he tenido la misma sensación: no me parece lo mejor de su producción (Fargo me deslumbra como el sol de mediodía). De cualquier modo, "El hombre que nunca estuvo allí" es un ejercicio estilístico, acabado, preciso, cuya ¨técnica" roza la perfección. Es un texto con una caligrafía hermosa. Pero sólo eso.
Al igual que sus pelis anteriores, la historia transcurre en una sola localización geográfica (un pueblo al norte de California). Los Coen gustan de retratar a través de sus obras diferentes tiempos y lugares de los USA, y su cinematografía es un buen recorrido por las manías, valores, costumbres y miedos de los norteamericanos.
El thriller se aguanta sobre el personaje y la labor interpretativa de Billy Bob Thornton. Su voz en off y el humo de su permanente cigarrillo cierran un argumento claustrofóbico y tenso, que es un guiño a los estereotipos del cine negro. Como en otras pelis de los Coen, el mal es absurdo, y como cosa absurda e irracional que es, no conduce a nada bueno y no es admirable, ni divertido. Frances McDormand, la actriz por excelencia de los Coen, acompaña al hierático Billy. Scarlett Johansson tiene un papel turbador y misterioso (para eso ha nacido la chica).
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